“Este momento de pandemia global causada por COVID-19 está teniendo repercusiones no solo en la salud sino también en la actividad misionera. Si en las zonas urbanas la tecnología permite el contacto humano y la actividad misionera constante y permanente, en las aldeas no es así", escribe a la Agencia Fides el padre Donald Zagore, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas.
“El cuidado pastoral en áreas rurales y, en particular, en áreas de primera evangelización es muy difícil porque choca con la reticencia de la gente a aceptar el Evangelio. A la gente le resulta difícil dejar atrás las tradiciones llevadas a cabo hasta ese momento. Es fácil que se vuelven para atrás rápidamente. Para evitar que esto suceda, se necesita un monitoreo constante y una actividad misionera permanente que los atraiga e involucre”, agrega el misionero que actualmente está en Togo.
“La seriedad de la situación actual obliga a los pastores que trabajan en áreas rurales y áreas de evangelización temprana a buscar soluciones para hacer frente a este desafío. Desafortunadamente - explica el p. Zagore: aquí no podemos hablar de comunión espiritual en las áreas de primera evangelización porque todavía no estamos tratando con cristianos arraigados en la fe".
“Para adaptarnos a esta crisis y no abandonar a nuestra gente, los pastores estamos trabajando arduamente para proponer un tipo de cuidado pastoral a pequeña escala. Reunimos las figuras clave de cada familia con quienes compartimos la palabra, en particular los textos litúrgicos propuestos para la celebración del domingo, y nos aseguramos de que estas personas se conviertan en testigos de sus respectivas comunidades".
AGENCIA FIDES |