miércoles, 6 de julio de 2022
Gran éxito del campamento de Infancia Misionera
martes, 5 de julio de 2022
Nicaragua expulsa a las Misioneras de la Caridad
lunes, 4 de julio de 2022
Arranca la 74 edición de la Semana de Misionología de Burgos con el lema “Corazón abierto al mundo entero”
viernes, 1 de julio de 2022
Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de los Pobres
jueves, 30 de junio de 2022
En el ecuador del campamento de Infancia Misionera
miércoles, 29 de junio de 2022
Memoria de actividades 2021
Obras Misionales Pontificias (OMP) tiene el placer de invitarte el próximo jueves, 30 de junio, a la rueda de prensa de presentación de la Memoria de actividades 2021.
martes, 28 de junio de 2022
Treinta años después de la “Redemptoris Missio” y “Diálogo y Anuncio”: un Congreso en la Urbaniana
lunes, 27 de junio de 2022
Crónica de oración por las misiones en el Monasterio de los Santos Patronos de Europa, en L’Ollería
El día domingo 12 de junio de 2022, Solemnidad de la Santísima Trinidad, Jornada de oración “pro orantibus”, día en que toda la Iglesia se dedica a rezar “por los que rezan” (los contemplativos), la Delegación de las misiones se hizo presente en nuestro Monasterio de los Santos Patronos de Europa para rezar juntos por los misioneros de todo el mundo.
Las Vísperas fueron presididas por Don Rafael Alventosa, y comenzaron con la siguiente introducción:“En la plenitud de los tiempos, el Padre envió a su Hijo a la tierra para realizar la redención de los hombres. En el día de Pentecostés, el Padre y el Hijo enviaron el Don prometido, el Espíritu Santo. A imagen de estas dos misiones divinas, también la Iglesia y cada cristiano es enviado por la Santísima Trinidad para dar cumplimiento al mandato misionero: Id por todo el mundo y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Esta misión debe desempeñarse “con el fervor y el entusiasmo de los santos, aún en los momentos de dificultad y persecución”, “aun a costa de renuncias y sacrificios”, haciendo más y mejor por la causa de Cristo, sabiendo al mismo tiempo que el principal protagonista de la misión es el Espíritu Santo: todo es gracia y nada podemos sin Él.
Y es justamente por medio de la oración que pedimos esta asistencia especial del Espíritu Santo sobre todas las misiones de la Iglesia. Por eso, hoy nos reunimos aquí, invitados por la Oficina de las misiones de nuestra diócesis, para rezar por los misioneros, por las vocaciones, por los millones de hombres y mujeres que no conocen aún a su Creador y Redentor, y yacen en las tinieblas del pecado y la ignorancia, aguardando el anuncio portador de la fe, la esperanza y la caridad que salva.”
Durante el canto de Vísperas, con el Santísimo Sacramento expuesto, una de nuestras Hermanas compartió con los presentes su testimonio como misionera en Extremo Oriente (Taiwán), ya que muchas de nuestras hermanas contemplativas, antes de pasar a la Rama contemplativa de nuestro Instituto, han tenido algunos años de vida misionera en la Rama apostólica.
La Hna. María Francisca Xavier
explicó brevemente los desafíos que presenta la misión en un país
mayoritariamente pagano, y la importancia de la vida de oración para poder ser
canal de gracia. También destacó los distintos pasos en la inculturación,
condición básica para evangelizar un pueblo: a) testimonio de caridad
desinteresada, b) conocimiento profundo de sus tradiciones y raíces culturales,
c) discernimiento claro y sobrenatural de los valores culturales que se pueden
asumir, acordes a la dignidad del ser humano llamado a la unión con Dios, y que
ayudan a un acercamiento al Evangelio, y d) predicación de Cristo, Hijo de
Dios, y de su mensaje en su totalidad, siendo conscientes de que solo la Verdad
conocida puede ser amada y asumida existencialmente. Por eso el misionero debe
encarnar a Cristo en sí mismo y predicarlo valientemente, para poder
prolongarlo en las almas que Dios le encomienda. Finalmente, resaltó la fe como
fundamento de la vida misionera, especialmente en lugares donde los frutos no
siempre son visibles: ya el hecho de estar presente en tierra de misión “ad
gentes” es una gracia y un privilegio. El deber del misionero es sembrar, regar
con paciencia y perseverancia… pero es Dios el que hace florecer y fructificar
la labor misionera en las almas, ¡los frutos son Suyos!
Damos gracias a Dios por poder contribuir -con nuestra vida escondida de oración y sacrificio- a la tarea misionera de la Iglesia. Desde nuestra clausura podemos llegar a los confines de la tierra, acompañando y alentando a los misioneros, colaborando con Dios en la salvación del mundo.
Hermanas “Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará”
Monasterio Santos Patronos de Europa (L’Ollería, Valencia)