Qué hago yo aquí…? Se
preguntaba este joven madrileño al iniciar su experiencia misionera en Sierra
Leona. ¿Qué hago yo aquí…? Se pregunta ahora Manuel tras este tiempo tan
enriquecedor en Sierra Leona.
“El viaje hasta la misión es
agotador. Primero muchas horas de vuelo hasta el aeropuerto de Lungi, en Sierra
Leona con escalas. Después un largo viaje en minibús hasta el ferry que nos
llevó hasta la capital Freetown, con largas horas de espera para cuadrar
horarios. Y finalmente de nuevo un minibús que nos acercó hasta nuestro destino
final, la casa de las Misioneras de la
Caridad.
Al cansancio del viaje se une
aclimatarse al clima de Sierra Leona, donde la humedad del ambiente es tremenda
y también las condiciones de transporte, viajamos durante horas por una
carretera “comarcal” sin luz y lloviendo…
“Nuestra labor diaria en casa
de las Misioneras de la
Caridad puede parecer poca cosa, de hecho es poca cosa,
¿qué podemos ofrecer unos novatillos en esto de la misión?.
Enseguida uno comprende que lo
que siempre se puede dar es amor, estar con los enfermos, hacerles reír,
compartir su risa, su dolor, su vida, cantar con ellos, dar patadas a un balón,
(en mi caso, decir jugar al futbol es demasiado!), es estar dispuesto a todo lo
que te pidan y darte sin reservas o por lo menos intentarlo.
Pero uno no puede dar lo que no
tiene, por eso compartimos todos los días con las Misioneras de la
Caridad la Eucaristía por la mañana temprano y para
terminar la jornada antes de cenar una hora de adoración.
Muchos de los enfermos de la
casa están de paso, bebes desnutridos que están con sus madres hasta que cogen
algo de peso, pero también hay enfermos que se encuentran en la recta final de
su vida. Al final son ellos lo que te hacen reír, los que comparten contigo su
vida, los que te enseñan sus canciones, y los que cuando te ven aparecer por
las mañanas te saludan con la mejor de sus sonrisas como si les visitará la
persona más importante de Sierra Leona.´
Gracias a mi mujer, sin ella yo
no habría comenzado esta y otra aventuras misioneras, ella
es mi apoyo y es con ella con la que comparto esta llamada de Dios a
dar un poco de nuestra vida en tierra de misión. Gracias a mis compañeros Luis,
Cristina, José María… por alegría y disponibilidad sin ellos nada habría sido
igual, han sido otro don más en esta experiencia misionera.
Y sobre todo gracias a los
misioneros que dan su vida sin reservas y la comparten con nosotros.
Gracias a la
Iglesia de Madrid que nos envío y bendijo, a todos los
parroquianos del Sagrado Corazón de Jesús que nos han sostenido con su oración,
y como no, gracias a nuestros familiares y amigos que rezan por nosotros y nos
acompañan a la misión pues les llevamos en nuestro corazón.
Ya de vuelta en Madrid, me
reincorporo a mi cotidianeidad a mi trabajo, a mi día a día. Cojo el coche y
voy hacia el trabajo y me viene una pregunta a la cabeza… ¿Qué hago yo aquí?”
Manuel Cuervo Godoy
Grupo “Jóvenes para la
Misión ” , Madrid
Si quieres leer su testimonio completo Pincha aquí.