lunes, 10 de junio de 2013

El desarrollo humano y la lectura: el testimonio de María del Prado, misionera en el Congo

Desde Isiro, República Democrática del Congo, la misionera comboniana María del Prado Fernández, nos habla de lo que fue la celebración del Día Mundial del Libro en el lugar donde ejerce su misión.
“El pasado 23 de abril hemos celebrado el ‘Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor’. Seguramente muchos de nosotros ni siquiera se dieron cuenta de esa fecha, pero para nosotros, aquí en Isiro, ¡fue un día inolvidable! Pensad que en esta ciudad del noreste de la R.D.C. (Congo Kinshasa), no existen librerías privadas. Hay únicamente dos que pertenecen a la diócesis y que apenas tienen libros. El acceso a ellas es limitado: por la situación y por el precio de los libros.
Esto último es comprensible si se tiene en cuenta el aislamiento en el que vivimos. Se accede a esta ciudad sólo en moto, arriesgando la vida por carreteras infernales que no merecen ni siquiera tal nombre, o bien por avión, pero claro este medio es muy caro y por ello toda la mercancía que llega por avión es muy cara. En las escuelas el material escolar es casi nulo por no decir inexistente. Y me atrevo a afirmar que son muy pocos los alumnos que terminando la secundaria han leído un libro entero alguna vez en su vida. ¿Cómo se puede avanzar en los estudios y en la vida en general si el nivel cultural es así de pobre?
A nivel comboniano estamos convencidas de la necesidad de la lectura para un desarrollo personal. No es suficiente con saber leer y escribir de cualquier modo, hay que saber leer y entender lo que se lee; y para ello es necesaria una práctica, hay que leer de forma sistemática, continua. Para hacer frente a esta necesidad, las combonianas de Isiro promovemos la lectura con un stand móvil de libros. Cada domingo nos desplazamos por una parroquia diferente de la ciudad. Esto ya lo hacemos regularmente, pero ¿qué podíamos hacer para el ‘Día Mundial del Libro’?
Con nuestros colaboradores pensamos que podíamos montar un stand de libros fuera del ámbito religioso de las parroquias, en un lugar público en el que cualquier persona que lo desease pudiese venir y ver. Por ello solicitamos un lugar público a las autoridades, cerca del mercado, y una vez que obtuvimos el permiso nos pusimos a trabajar. Comenzamos creando los paneles y las pancartas, después creamos material en francés y lingala explicando la finalidad de ese día y lo distribuimos en toda la ciudad.
Elaboramos una emisión para la radio y con nuestros colaboradores animamos tres emisiones en tres radios diferentes: radio comunitaria Nava, radio Boboto (diocesana) y radio RTK (protestante). ¡Fue una experiencia muy buena la de poder colaborar con tanta gente diferente! Por último había que organizar todos los libros en cartones, crear las listas, comprar las maderas que nos servirían para el stand… ¡todo un trabajazo hecho en la discreción!
Finalmente el día 23 llegó, ‘día mítico’ para todos nosotros. A las 6h de la mañana cargamos los postes de madera en una bicicleta para llevarlos al lugar indicado. No podíamos cargarlos en el coche pues eran demasiado largos. Y a las 7h de la mañana ¡todos estábamos puntuales a la cita! Iniciamos a montar la caseta: los palos para crear la estructura, la baca, los ‘muros’ con telas diferentes y por último las mesas y los libros. ¡Todo un trabajazo!, pero a la 9h, como previsto, ya habíamos terminado y ya estábamos listos para acoger a la gente.
Mientras trabajamos un grupo nutrido de curiosos, adultos y niños, no pierde detalle de lo que estábamos haciendo. Era algo novedoso y no querían dejarlo pasar por alto. La gente empezó a llegar casi en masa: hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos… todo tipo de personas y de todas las clases sociales.        
También vino la alcaldesa de la ciudad, la Sra. Kenda, que nos había ofrecido ese espacio gratuitamente. Le enseñamos los libros y después le regalamos uno, que habíamos escrito en ese mes de abril: ‘Précis de Grammaire Lingala’, con una dedicatoria. No se lo esperaba y su alegría fue mayúscula. Hay que decir que el lema de la UNESCO para ese día era ‘El libro vector de educación en la lengua materna’. Por tanto el libro que habíamos escrito no podía caer mejor.
Pasamos todo el día acogiendo a la gente, hablando con ella, explicando el contenido de algunos libros, ofreciendo información complementaria… le dedicamos todo el tiempo y todas nuestras energías. Uno del equipo fue el encargado de gestionar lo que le habíamos pedido a una mamá que nos preparara para tomar algo caliente. Y así, discretamente, uno a uno podíamos apartarnos en un mini espacio para sentarnos y tomar algo.
Hacia las 18h ya empezó a oscurecer y la noche se nos echaba encima. Había que recoger rápido. Pero la gente seguía llegando a esa hora y eran tantos.
Por la noche, cuando ya cada uno regresó a su casa, el cansancio se hizo sentir de un modo particular… estábamos ‘muertos’ pero contentos, satisfechos del día y de la acogida de las personas. Cuantas veces durante el día oímos refranes como ‘Volved’, ‘Repetid’, ‘¿Cuándo será la próxima?’… Pudimos constatar muchas cosas, pero dos de modo particular. Una, que la gente estaba sedienta de lectura, y dos, que fue muy positivo trabajar para los otros con un estilo de comunión y de fraternidad como el que vivimos aquel día.
Un gracias particular a nuestros colaboradores, que son gente sencilla: Jean (costurero), Clément (maestro), Dieudonné (estudiante de enfermería), Janvier (maestro), y de un modo particular Christophore (trabaja rompiendo piedras y es comerciante cuando puede), nuestro ‘hombre para todo’, fue él quien con su sentido práctico de las cosas nos ayudó a crear un stand maravilloso para trabajar de forma segura.

Deseamos que esta actividad se repita el año próximo y que pueda suscitar muchas otras iniciativas similares en otros lugares. Hay que creer siempre en nuestras posibilidades, aunque aparentemente estas sean pobres”.OMPRESS-R. D. del CONGO.