Desde Isiro, República Democrática del Congo, la
misionera comboniana María del Prado Fernández, nos habla de lo que fue la
celebración del Día Mundial del Libro en el lugar donde ejerce su
misión.
“El
pasado 23 de abril hemos celebrado el ‘Día Mundial del Libro y de los Derechos
de Autor’. Seguramente muchos de nosotros ni siquiera se dieron cuenta de esa
fecha, pero para nosotros, aquí en Isiro, ¡fue un día inolvidable! Pensad que en
esta ciudad del noreste de la R.D.C. (Congo Kinshasa), no existen librerías
privadas. Hay únicamente dos que pertenecen a la diócesis y que apenas tienen
libros. El acceso a ellas es limitado: por la situación y por el precio de los
libros.
Esto
último es comprensible si se tiene en cuenta el aislamiento en el que vivimos.
Se accede a esta ciudad sólo en moto, arriesgando la vida por carreteras
infernales que no merecen ni siquiera tal nombre, o bien por avión, pero claro
este medio es muy caro y por ello toda la mercancía que llega por avión es muy
cara. En las escuelas el material escolar es casi nulo por no decir inexistente.
Y me atrevo a afirmar que son muy pocos los alumnos que terminando la secundaria
han leído un libro entero alguna vez en su vida. ¿Cómo se puede avanzar en los
estudios y en la vida en general si el nivel cultural es así de
pobre?
A
nivel comboniano estamos convencidas de la necesidad de la lectura para un
desarrollo personal. No es suficiente con saber leer y escribir de cualquier
modo, hay que saber leer y entender lo que se lee; y para ello es necesaria una
práctica, hay que leer de forma sistemática, continua. Para hacer frente a esta
necesidad, las combonianas de Isiro promovemos la lectura con un stand móvil de
libros. Cada domingo nos desplazamos por una parroquia diferente de la ciudad.
Esto ya lo hacemos regularmente, pero ¿qué podíamos hacer para el ‘Día Mundial
del Libro’?
Con
nuestros colaboradores pensamos que podíamos montar un stand de libros fuera del
ámbito religioso de las parroquias, en un lugar público en el que cualquier
persona que lo desease pudiese venir y ver. Por ello solicitamos un lugar
público a las autoridades, cerca del mercado, y una vez que obtuvimos el permiso
nos pusimos a trabajar. Comenzamos creando los paneles y las pancartas, después
creamos material en francés y lingala explicando la finalidad de ese día y lo
distribuimos en toda la ciudad.
Elaboramos
una emisión para la radio y con nuestros colaboradores animamos tres emisiones
en tres radios diferentes: radio comunitaria Nava, radio Boboto (diocesana) y
radio RTK (protestante). ¡Fue una experiencia muy buena la de poder colaborar
con tanta gente diferente! Por último había que organizar todos los libros en
cartones, crear las listas, comprar las maderas que nos servirían para el stand…
¡todo un trabajazo hecho en la discreción!
Finalmente
el día 23 llegó, ‘día mítico’ para todos nosotros. A las 6h de la mañana
cargamos los postes de madera en una bicicleta para llevarlos al lugar indicado.
No podíamos cargarlos en el coche pues eran demasiado largos. Y a las 7h de la
mañana ¡todos estábamos puntuales a la cita! Iniciamos a montar la caseta: los
palos para crear la estructura, la baca, los ‘muros’ con telas diferentes y por
último las mesas y los libros. ¡Todo un trabajazo!, pero a la 9h, como previsto,
ya habíamos terminado y ya estábamos listos para acoger a la gente.
Mientras
trabajamos un grupo nutrido de curiosos, adultos y niños, no pierde detalle de
lo que estábamos haciendo. Era algo novedoso y no querían dejarlo pasar por
alto. La gente empezó a llegar casi en masa: hombres, mujeres, niños, jóvenes,
ancianos… todo tipo de personas y de todas las clases sociales.
También
vino la alcaldesa de la ciudad, la Sra. Kenda, que nos había ofrecido ese
espacio gratuitamente. Le enseñamos los libros y después le regalamos uno, que
habíamos escrito en ese mes de abril: ‘Précis de Grammaire Lingala’, con una
dedicatoria. No se lo esperaba y su alegría fue mayúscula. Hay que decir que el
lema de la UNESCO para ese día era ‘El libro vector de educación en la lengua
materna’. Por tanto el libro que habíamos escrito no podía caer mejor.
Pasamos
todo el día acogiendo a la gente, hablando con ella, explicando el contenido de
algunos libros, ofreciendo información complementaria… le dedicamos todo el
tiempo y todas nuestras energías. Uno del equipo fue el encargado de gestionar
lo que le habíamos pedido a una mamá que nos preparara para tomar algo caliente.
Y así, discretamente, uno a uno podíamos apartarnos en un mini espacio para
sentarnos y tomar algo.
Hacia
las 18h ya empezó a oscurecer y la noche se nos echaba encima. Había que recoger
rápido. Pero la gente seguía llegando a esa hora y eran tantos.
Por
la noche, cuando ya cada uno regresó a su casa, el cansancio se hizo sentir de
un modo particular… estábamos ‘muertos’ pero contentos, satisfechos del día y de
la acogida de las personas. Cuantas veces durante el día oímos refranes como
‘Volved’, ‘Repetid’, ‘¿Cuándo será la próxima?’… Pudimos constatar muchas cosas,
pero dos de modo particular. Una, que la gente estaba sedienta de lectura, y
dos, que fue muy positivo trabajar para los otros con un estilo de comunión y de
fraternidad como el que vivimos aquel día.
Un
gracias particular a nuestros colaboradores, que son gente sencilla: Jean
(costurero), Clément (maestro), Dieudonné (estudiante de enfermería), Janvier
(maestro), y de un modo particular Christophore (trabaja rompiendo piedras y es
comerciante cuando puede), nuestro ‘hombre para todo’, fue él quien con su
sentido práctico de las cosas nos ayudó a crear un stand maravilloso para
trabajar de forma segura.
Deseamos
que esta actividad se repita el año próximo y que pueda suscitar muchas otras
iniciativas similares en otros lugares. Hay que creer siempre en nuestras
posibilidades, aunque aparentemente estas sean pobres”.OMPRESS-R. D. del CONGO.