viernes, 7 de junio de 2013

Beato Juan XXIII, 50 años del fallecimiento del Papa que dio un nuevo impulso evangelizador a la Iglesia

Junio del 2013 se cumplen 50 años del fallecimiento de quien fuera el Papa del concilio, el Beato Juan XXIII. De hecho aunque su fallecimiento tuvo lugar el 3 de junio de 1963, su fiesta litúrgica quedó fijada por el Papa Juan Pablo II, que lo beatificó hace 13 años, el día 11 de octubre, aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
El Papa Roncalli nació en 1881, en un pueblito llamado Sotto il Monte, a unos 12 kilómetros de Bérgamo, al norte de Italia. Sus padres, humildes campesinos, le inculcaron una fe firme, y desde pequeño se sintió llamado al sacerdocio. Tras pasar por el seminario de Bérgamo y lograr un doctorado en teología en Roma se ordena sacerdote en 1904. Capellán militar en la Primera Guerra Mundial, tras el final de la guerra fue llamado a Roma para trabajar en la Congregación de la Evangelización de los Pueblos, donde trabajó en la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. Según él mismo cuenta en la encíclica Princeps Pastorum, pasó cuatro muy felices años en esta labor. En 1925 es nombrado Visitador Apostólico en Bulgaria, y es consagrado obispo. En 1934 pasa a ser Delegado Apostólico para Turquía y Grecia. Su incansable labor por todos y sobre todo los más perseguidos, los judíos, le granjearía, tras los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial, el afecto del pueblo judío. 

En 1944 es nombrado por Pío XII, Nuncio Apostólico en Francia, donde se ganaría día a día la estima de los franceses. En 1953 es nombrado Cardenal y Patriarca de Venecia, donde ejerció una intensa labor como pastor, gracias a su cercanía a todos. El 28 de octubre de 1958 era elegido Papa y, poco después, convocaba el Concilio Vaticano II. El “Papa bueno”, como se le conoció, fallecería tras sólo cinco años de Pontificado que marcaron la historia de la Iglesia.

El Papa Roncalli estuvo muy ligado desde sacerdote a las Obras Misionales Pontificias que impulsó en la diócesis de Bérgamo. Fue presidente de las Obras Misionales Pontificias en Italia y, como Patriarca de Venecia, las alentó activamente en su diócesis. Juan XXIII publicaría, en consecuencia, la encíclica Princeps Pastorum, sobre el apostolado misionero, que aúna la preocupación misionera con el momento que se vivía en aquella época: el papel del clero local, fundamental para que la Iglesia se integre y arraigue en los pueblos de los países recién independizados; la labor de los laicos; el anuncio misionero como llamada a una conversión que se traduce en el ámbito de lo concreto; el dolor de la persecución de los cristianos en tantas partes del mundo y el ejemplo de tantos pastores y fieles con “una fe que no se deja doblegar”.OMPRESS-ROMA.