miércoles, 25 de enero de 2023

Grupo Tú Eres Misión: La Iglesia, misionera de Cristo, evangelizadora

 Oración inicial

 Ven, Espíritu Santo,
 inflama nuestro corazón
en las ansias redentoras
del corazón de Cristo.

Para que ofrezcamos
de veras nuestras personas y obras, 
en unión con Él
por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo:
por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón,
y me ofrezco contigo al Padre
en tu santo sacrificio del altar,
con mi oración y mi trabajo,
sufrimientos y alegría de hoy, 
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu reino.

Amén

Lectura: (1 Cor 12, 12-14. 18-22. 25-27)

Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos. Pues bien, Dios distribuyó cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso. Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Sin embargo, aunque es cierto que los miembros son muchos, el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito». Sino todo lo contrario, los miembros que parecen más débiles son necesarios. para que así no haya división en el cuerpo, sino que más bien todos los miembros se preocupen por igual unos de otros. Y si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.


 

Los materiales anteriores nos han mostrado cómo Dios (unidad de personas –Padre, Hijo y Espíritu Santo–) no es un Dios solitario, sino que, viviendo profundas relaciones de amor, sale de sí mismo para llegar al mundo como “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo”.

Así pues, esa donación a las personas, a partir de las misiones del Hijo y del Espíritu, se concreta principalmente a través de la Iglesia como prolongación suya. Desde esta perspectiva podemos comprender y seguir profundizando en la misión de la Iglesia, y por consiguiente, tu misión.

La Iglesia es comunidad formada por personas concretas, nombres y rostros conocidos, que viven su ser eclesial desde el conocimiento y reconocimiento de la misión que se les ha encomendado; es lo que los primeros cristianos experimentaban al sentirse “piedras vivas” que con su vida ayudaban (o entorpecían) en la tarea de su edificación permanente. De ello brotaba la invitación universal a nuevos miembros para formar parte de la Iglesia como Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu.

De esta manera, la vocación evangelizadora de la Iglesia, que brota de Dios, está en el origen de la vocación misionera de quienes son enviados a anunciar el Evangelio a quienes aún no conocen el amor de Dios (o creen conocerlo pero no lo han experimentado). Y toda historia de amor necesita contarse de modo permanente. Con ello, los misioneros, llamados por Dios para la misión evangelizadora, son enviados a lugares y ámbitos donde el Espíritu de Dios desea ser reconocido. Todos los bautizados han de estar dispuestos a ir a donde la Iglesia les envía.

Ante esta realidad, platéate, ¿está respondiendo la Iglesia, hoy y ahora, a la misión evangelizadora que ha recibido? ¿Cómo colaboras tú a ello?

 


El Pueblo de Dios, la ekklesía, está llamada a ser signo evidente del amor incondicional de Dios hacia la humanidad, pues es principio y germen del Reino de Dios (cf. LG 5); por eso urge a encarnarse en todas las culturas y pueblos, de modo preferente entre los más desfavorecidos. Los pobres son los preferidos y el mandamiento del amor se transforma en proyecto preferente para servir al mundo desde la misericordia y la caridad. ¡Es el mejor regalo que se puede ofrecer al mundo!

Y es que, la Iglesia debe comprenderse, experimentarse y mostrarse como comunión y sacramento universal de salvación. Quien, por tanto, es Iglesia, debe experimentar la misión como algo propio, aunque luego deban existir personas, carismas y estructuras específicamente misioneras, nacidas y sostenidas por el Espirutu Santo, verdadero protagonista de la misión. 

 

Reflexiona ahora sobre esta conciencia de Iglesia que debe inspirar tu vida de fe:

  1. San Pedro considera a los cristianos como “piedras vivas” de la Iglesia. ¿Qué significa esta imagen para ti como bautizado y miembro de la Iglesia? ¿Qué supone para los demás que un cristiano se autodestruya como piedra del edificio de la Iglesia?
  2. ¿Crees que cada Iglesia local tiene conciencia de ser fundada para la evangelización?
  3. ¿Qué aspectos creéis que se deben resaltar dentro de la Iglesia para que verdaderamente sea sacramento, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu?
  4. ¿Por qué los misioneros suelen ser muy valorados en la sociedad, a diferencia del resto de los cristianos? ¿Te consideras misionero? ¿Los demás te consideran misionero?