Este es el lema del Día de Hispanoamérica del próximo 6 de marzo, una jornada que celebra todos los años la Iglesia española para tener siempre muy presentes los lazos que unen a las Iglesias de ambas orillas y recordar a los muchos misioneros españoles, sobre todo sacerdotes, acogidos por la Iglesia americana.
Estos sacerdotes se agrupan sobre todo en la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), creada para que sacerdotes diocesanos puedan vivir su vocación misionera y el don de la fe – son conocidos como Fidei Donum –, sin dejar de ser sacerdotes diocesanos de sus diócesis de origen. En la actualidad son 177 los sacerdotes de la OCSHA que ejercen su ministerio en 19 países de América, y que representan verdaderamente – provienen de 50 de las 69 diócesis españolas – a la Iglesia de España. Perú es el país con mayor número de sacerdotes españoles, 49. Este último año un sacerdote de Madrid ha iniciado su labor pastoral en San José (Costa Rica) y uno de Toledo, en Moyobamba (Perú), que se han sumado a los seis que partieron el año pasado. Ellos ya viven “una vida compartida”, como dice el lema de este año.
Esta jornada es también una oportunidad para colaborar con ellos: gracias a estas ayudas el año pasado se recaudaron 58.030,26 euros. De estos, 56.526,26 son aportaciones de las diócesis. Los 1.504,00 euros restantes, se han recaudado de otras donaciones.
Mientras, “A hombros de gigantes” es el título que encabeza el texto del director del secretariado de esta Comisión, José María Calderón Castro, para el Día de Hispanoamérica. Este año, señala, “vamos a recordar, con entusiasmo y agradecimiento, muchos pasos que se dieron en el pasado, y que han servido para que hoy la Iglesia continúe teniendo la tarea evangelizadora como tarea primordial”.
“Son nombres de personas con grandes intuiciones, con grandes ambiciones, con un gran amor a la misión… ¡con grandes hombros! Sobre ellos, sobre sus obras y trabajos se apoya hoy la animación misionera que se realiza en el mundo. No es impropio titular este año, tan lleno de centenarios, «A hombros de gigantes», porque lo que la Iglesia es capaz de vivir y crecer hoy, lo hace, sin duda, a costa, también, de lo que han significado estas personas en la historia de la misión”.