lunes, 12 de julio de 2021

La Iglesia celebra a los franciscanos valencianos martirizados en Damasco Carmelo Bolta y Francisco Pinazo

La Iglesia celebró el pasado sábado la festividad litúrgica de dos beatos valencianos, los franciscanos Carmelo Bolta y Francisco Pinazo, naturales de las localidades de Real de Gandía y Alpuente, respectivamente, que fueron martirizados en Damasco en 1860.

Así, en Real de Gandia, se celebró el  domingo a Carmelo Bolta, que es patrón de la localidad, con una misa en la parroquia Visitación de Nuestra Señora.  Este año, con motivo de la pandemia por el COVID-19, la imagen del beato no salió en procesión después de la misa, aunque sin embargo preside el templo durante toda la semana, en la que las eucaristías culminan con el canto del himno a Carmelo Bolta por parte de los asistentes.


En Real de Gandia “la devoción al beato Carmelo es muy grande, muchos devotos lo invocan en momentos difíciles de sus vidas, y hay constancia que en muchísimos casos obtienen gracias y respuesta a sus plegarias”, según el párroco Pascal Nizeyimana. 


Precisamente, la Cofradía del Beato Carmelo Bolta encargó en 2010, con motivo del 150 aniversario de su muerte, una pequeña talla que visita por semanas los domicilios de los cofrades.

En el caso de Francisco Pinazo, la parroquia Asunción de Nuestra Señora de Benaguasil acogió, este sábado, a las 20 horas, una misa en su honor dado que es patrón del grupo Juniors de esta localidad, y cuenta con un campamento de verano con su nombre situado en la aldea natal del mártir, El Chopo, que pertenece a la localidad de Alpuente. El beato valenciano Francisco Pinazo es titular de una ermita en esta aldea, que fue rehabilitada por los propios Juniors.


Martirizados en 1860 en Damasco

El beato Carmelo Bolta nació en Real de Gandía en 1803 y realizó noviciado en el convento de San Francisco de Valencia. Ordenado sacerdote en 1829, fue predicador del convento de San Blas de Segorbe y en 1831, con otros 23 compañeros, pasó a la Custodia de Tierra Santa. Después de visitar los principales santuarios fue nombrado presidente del Hospicio de Jaffa.


Durante diez años estuvo dedicado a la enseñanza de los estudiantes de la orden de Jerusalén, siendo durante ese tiempo dos veces superior de Damasco y párroco de los católicos de San Juan de la Montaña. En octubre de 1858, fue nombrado párroco de los católicos de Damasco y profesor de árabe para los jóvenes sacerdotes y para las escuelas que sostenía la misión católica, cargo que tenía cuando sufrió martirio el 10 de julio de 1860 durante la persecución de islamistas drusos.


Por otro lado, el beato Francisco Pinazo nació en la aldea de  El Chopo (Alpuente), en 1802, e ingresó en 1825 en el convento franciscano de Chelva. Hizo su noviciado en el convento de San Francisco de Valencia y profesó la regla franciscana en 1832.


Embarcó en 1843 para Tierra Santa y su primer destino fue Damasco, donde permaneció seis años, con los cargos de cocinero y sastre. Pasó, después, a la comunidad de la Basílica del Santo Sepulcro, de Jerusalén, donde estuvo seis meses y luego fue a Nicosia (Chipre) prestando servicios en la parroquia latina. Después estuvo algún tiempo en Nazaret, Jaffa, San Juan de la Montaña y, finalmente, fue destinado a Damasco donde sufrió martirio.


Carmelo Bolta y Francisco Pinazo fueron beatificados, junto con otros siete religiosos de su orden y tres maronitas seglares, por el papa Pío XI el 10 de octubre de 1926, dentro de las fiestas del VII centenario de la muerte de san Francisco de Asís.