jueves, 18 de febrero de 2021

Descubriendo a San Francisco Javier, el santo de la globalización

La Compañía de Jesús presenta un vídeo sobre San Francisco Javier, y su actualidad, un breve recordatorio del que es patrón de las misiones, de quien, por el Evangelio, viajó más de 62.000 kilómetros en solo 10 años. El vídeo sobre San Francisco Javier forma parte de una serie que está presentando la Curia General de los jesuitas, recorriendo la vida de jesuitas, que siguiendo a Jesús, llegaron hasta los confines de la tierra. En la actualidad la Orden tiene 60 causas activas en la Congregación de los Santos y 35 “durmientes”. Los Santos de la Compañía son 53, 155 los Beatos (de estos 149 mártires), 14 Venerables y 165 los Siervos de Dios. Ya se han presentado los vídeos de San Pedro Claver y el de Rutilio Grande, amigo de San Óscar Romero y, como él, también asesinado en El Salvador.

Francisco Javier (Javier 1506 – Isla de Sancián 1552) es llamado “el San Pablo de las Indias”. Su labor misionera fue, de hecho, decisiva para el desarrollo del cristianismo moderno en el sur de Asia. La Iglesia lo celebra como el patrón de los misioneros. Sin embargo, el camino de su vida no fue tan lineal.

Originario de Navarra, Francisco es compañero de habitación de Ignacio de Loyola y Pedro Fabro, mientras estudia en París. Si bien en seguida surge un entendimiento entre Ignacio y Pedro, Francisco mantiene durante mucho tiempo una fuerte desconfianza hacia el noble vasco. Además, Francisco está decidido a perseguir sus ambiciones profesionales. Por tanto, los propósitos piadosos de Ignacio son obstáculos para él. En cierto momento, sin embargo, su corazón se ve conquistado por el testimonio de sus dos compañeros de habitación.

Cuando los primeros jesuitas se establecieron en Roma, Francisco es enviado a la India casi de inmediato, pero como por error. El jesuita que debería haberse ido en su lugar cae enfermo. Francisco se encuentra así ante largos y peligrosos viajes y encuentros imprevistos con poblaciones muy diversas: desde los pobres pescadores de las costas indias hasta los nobles intelectuales de Japón. Además, se enfrenta a los comerciantes europeos que persiguen sus intereses sin demasiados escrúpulos. En todo esto lo sostiene el saberse colaborador de la misión de Cristo: pueblos enteros oyen la Buena Nueva del Evangelio por primera vez. Una ayuda importante le viene de su sólida amistad con los demás jesuitas, avivada por el intercambio continuo de cartas.

Cuando Francesco muere a los 46 años, ha viajado, con los medios de la época, más de 62.000 kilómetros en solo 10 años. Está a las puertas de China, donde también habría querido anunciar el Evangelio.