En una carta dirigida a todos los amigos y colaboradores, el misionero Patricio Larrosa cuenta cómo se afronta la epidemia en Honduras. Este misionero de Granada fundó en 1993 Acoes, la Asociación Colaboración y Esfuerzo (ACOES), una ONG hondureña que desarrolla proyectos educativos, asistenciales, sanitarios de construcción y de productividad para personas desfavorecidas y en riesgo de exclusión. En la actualidad, se atiende a más de 70.000 personas y gracias a sus proyectos 11.000 niños y niñas tienen la oportunidad de recibir educación y acceder a la Universidad. Patricio se dirige a todos los que colaboran con esta labor:
“Desde Honduras y, en nombre de todos los que estamos por estas tierras, os hago llegar un cordial saludo. Seguimos con profunda tristeza las noticias que nos van llegando desde varios países del mundo y principalmente de España. Estamos muy pendientes de la evolución de la enfermedad que tanto daño está haciendo y nos han informado de cómo también le ha afectado a padres y amigos de algunos colaboradores. Quisiéramos deciros que estamos muy cerca de todos vosotros y esperamos que pase pronto para volver a nuestra vida normal lo antes posible.
Aquí en Honduras desde los primeros contagios se cerraron todas las fronteras y se decretó el estado de emergencia, era el doce de marzo. Permanecemos en estado de confinamiento desde entonces. A nivel de país, unos ocho millones de habitantes, hay trescientos noventa y ocho casos detectados y veinticinco fallecidos a la fecha de hoy. Una situación preocupante pues no se respeta mucho el confinamiento.
Desde el primer día el Ministerio de Educación nos hizo saber la situación y se tuvieron que cerrar todos los centros. En Honduras el curso comienza los primeros días de febrero y no habíamos hecho más que empezar. Entre todos los proyectos se atienden a más de once mil estudiantes y se dan más de ocho mil comidas al día. Todo cerrado.
Ha sido para todos un gran problema la situación y estamos intentando ayudar, en lo que se puede, tomando todas las medidas de seguridad. Con los colaboradores de las colonias estamos repartiendo comida entre las familias más necesitadas y asistiendo las urgencias que se van presentando. Vamos a intentar dar la mayor ayuda económica que podamos a los más de ochocientos voluntarios pues también sus necesidades se agravan ahora más.
Pero el confinamiento no ha apagado las ganas de aprender ni de compartir. Impresiona ver como muchas familias han adaptado sus humildes casas en aulas improvisadas. También los más mayores aprovechan la tecnología disponible para seguir sus clases y hacer cursos online aunque sea desde la pantalla de un móvil antiguo. Están pendientes de sus proyectos y nos mantenemos unidos. Hacemos muchas llamadas de grupo donde nos animamos y compartimos para ver cómo avanzar. Son ejemplos que demuestran que nada puede detener las ganas de ayudar y mejorar.
El gran problema aquí, para la mayoría de los estudiantes que atendemos, estaba antes de la llegada del virus: la escasez de recursos y el no tener las necesidades básicas cubiertas ya era un gran problema antes del doce de marzo. ¿Cómo quedarse en casa cuando, para muchos, hay que ganarse cada día el pan? Hay obligatoriamente que salir.
Agradecemos a todos los que se han interesado por la situación que estamos pasando en Honduras y nos conforta poder compartir esta realidad con vosotros. Seguiremos unidos en la tarea de mejorar la situación de los más necesitados y a vivir con la esperanza de un mundo mejor, más humano y solidario”.
OMPRESS