El pasado domingo día 16, D. Arturo Javier García, delegado
episcopal de Misiones en la diócesis, presidió las Vísperas que se celebraron
en el Monasterio de la Purísima Concepción, San José y Beata Inés de Benigánim,
de las Agustinas Descalzas de San Juan de Ribera.
Fue una oración en la que se tuvo presente la intención del
Papa para este mes: Escuchar los gritos de los migrantes; y también para rogar
por los misioneros y misioneras que, dejándolo todo, marchan a lugares lejanos, ofreciéndose
en cuerpo y alma, y encontrándose con muchas dificultades y precariedades, se dedican con amor y con
tesón a trabajar por el Reino de Dios, gastando su vida en bien de los demás.
D. Arturo compartió la experiencia que vivió junto al
Arzobispo Cardenal D. Antonio Cañizares a final de verano en Perú, en Amazonas,
en Santiago de Chile, en Copiapó…
La necesidad que hay de sacerdotes, pues son poquísimos para tantos lugares. Hay que rogar
insistentemente.
En la ciudad de Requena, en el Amazonas, el único sacerdote
es el Obispo: D. Juan Oliver; él solo para los veinte mil habitantes; él es el
párroco, el obispo y el sacristán.
Hay misiones construidas pero no hay misioneros. “También los
pobres tienen derecho a los sacramentos, y están privados de ellos”.
Tenemos que dar gracias que nosotros contamos con sacerdotes,
no tenemos que andar kms. y kms. para llegar a una iglesia; ni coger una
barquita para asistir a Misa.
“Nos falta suficiente celo para atender a los que están tan
lejos, en las periferias” –esto dice el Papa.
D. Arturo terminó rogando que tuviéramos muy presente todas
estas necesidades; por D. Juan Oliver, el obispo, los Franciscanos y los
sacerdotes que están atendiendo en Requena para que el Señor les envíe
refuerzos pronto.