“La mies es mucha, y los obreros
pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. El Señor
siempre ha llamado a nuestros corazones, pero no siempre estuvimos atentos para
abrírselo. A raíz de que hicimos nuestro Cursillo de Cristiandad fuimos capaces
de dejar inundar nuestro corazón por Él.
Hemos ido madurando nuestra fe,
dejándolo hacerse presente en nosotros en la oración, sumergiéndonos poco a poco
en la formación cristiana, y por supuesto desarrollando el amor que el Padre nos
daba en nuestra ‘acción’. Y Él ha sido quién ha ido orientándonos a desarrollar
nuestro crecimiento en la Fe. En ese crecer sentimos la llamada a la misión,
concretamente a poder escaparnos este verano a la misión que desarrolla la
diócesis en Moyobamba (Perú). Y como decimos, Él ha sido quien ha marcado los
tiempos de cuando debíamos irnos y la manera de hacerlo.Desde que sentimos que el Señor
nos dio el ‘Sí’ la oración en este sentido se ha ido intensificando: Por
nosotros, por supuesto, por la responsabilidad que es colaborar en la mies del
Señor. Pero también por los que allí ya están, por los que irán, y por todo lo
que el Señor está posibilitando que se realice allí.
No solo nos ayudan en la oración,
sino que ellos y otros muchos están haciendo participes en poner los medios
físicos para poder ir hasta allí. Nos referimos, lógicamente, a lo económico.
Bien con donaciones o bien vendiendo papeletas estamos reuniendo la cantidad no
solo necesaria para ese desplazamiento, sino que junto con los trabajos
ocasionales que nos van surgiendo, podremos ofrecer un pequeño donativo para la
labor tan importante que allí se está realizando.
La Delegación de Misiones de esta
Diócesis está guiando no solos los apartados técnicos de esta aventura sino que
con las tres sesiones que hemos tenido nos ha orientado en la realidad que nos
vamos a encontrar, y algo que consideramos muy importante, hacer que vayamos en
comunión todos los compañeros de viaje.
No podemos olvidar que este
caminar hasta Perú está siendo posible gracias a nuestras familias y amigos más
íntimos. De ellos fueron los primeros ‘ojos como platos’ al contarles que íbamos
a vivir esta llamada, las primeras sonrisas nerviosas, etc. pero de ellos
también fue el primer aliento que nos ha hecho llegar hasta aquí.
Por Todos los que nos están
ayudando y confiando en nosotros debemos dar gracias a Dios por ponerlos en
nuestras vidas.
De Dios ha sido la llamada, de
Dios son los maravillosos instrumentos que nos ha puesto, de Dios es esta
bendita aventura… pues en sus manos está, que sea lo que Dios quiera que
sea.OMPRESS-CÓRDOBA