Desde la Delegación de Misiones de Ciudad Real llega el testimonio de Fray
Tomás García Martín-Moreno, religioso mercedario en la República
Dominicana.
“Anderson se acerca y con
curiosidad me pregunta, fray Tomás, ¿por qué nos ayuda? ¿Qué le mueve a hacerlo?
Anderson de 12 años, su hermano Aneury, de 10, y sus dos primos Wilby y
Alexander, de 9 y 11 años, son limpiabotas en las calles de Santo Domingo,
República Dominicana, y como cada sábado acuden alegres al encuentro semanal en
la parroquia con otros niños de la zona motivados a dejar algún día el duro
trabajo de la calle, y poder alcanzar así algunos de sus sueños: ser actor de
telenovelas, bombero, maestro... Una nueva oportunidad se les ofrece para sus
vidas. Quizás la única.
Su pregunta me sorprende, y algo
dentro de mí se conmueve… Es el AMOR le respondo… ¿El amor? Me pregunta
nuevamente. Sí. ¿De quién? Me insiste. El Amor de Dios, le añado a su pregunta.
Es Él quien me anima y motiva a compartir con ustedes mi vida, le respondo. Una
amplia sonrisa se dibuja en su frágil rostro.
Hace 4 años y medio que llegué a
esta preciosa y herida isla del Caribe. Hace aproximadamente 4 años que
iniciamos este precioso proyecto de vida. Sí, un proyecto de vida con los
pequeños limpiabotas y sus familias. Bueno, 37 proyectos de vida para ser más
exactos, que son los niños que en estos momentos acompañamos la comunidad
mercedaria junto a los jóvenes de la Pastoral Juvenil Vocacional Mercedaria. Y
ahí, dentro de los 37, me incluyo yo. No me podía imaginar que íbamos a crecer
tanto. Me emociono con sólo pensarlo, y alguna que otra lagrimilla cae por mi
mejilla.
Me siento en deuda con este
pueblo, con su gente, con los niños, con los jóvenes, con las madres… pues
siento que Dios me ha bendecido y me sigue bendiciendo grandemente a través de
cada uno de ellos con mucho amor. Y me siento hoy más que nunca motivado a
corresponder a ese Amor.
Dios me enseña que cada día, cada
nueva búsqueda, experiencia y encuentro con el más pequeño son motivos para
celebrar la vida y de encontrar dentro de uno las respuestas para caminar hacia
la única y verdadera meta del ser humano: aprender a amar.
Dentro de unas semanas seré
ordenado diácono. No les oculto que siento miedo, pero tengo la certeza y la
alegría de que Dios camina conmigo y me acompaña a través de su pueblo, mi
pueblo que me ayuda a crecer paso a paso en su Amor.
Tengo en mi pecho un corazón
agradecido, lleno de nombres… Gracias Dios porque siento que caminas conmigo.
Gracias por el Amor que compartimos”.OMPRESS-CIUDAD REAL