Recogemos la opinión que nos envía el sacerdote José Vicente Martínez con respecto al Sínodo que nuestra diócesis celebra y el compromiso misionero que como cristianos, como Iglesia tenemos y se ha visto impulsado en este Mes Misionero Extraordinario:
El Sínodo diocesano que celebramos en Valencia no puede ni debe eludir el tema de las misiones cristianas.
Hay muchos valencianos misioneros que trabajan fuera de España y fuera de Europa. Debemos apoyarles en todo lo que necesiten, no solo materialmente sino también con nuestra oración y nuestra solidaridad.
Dice el Papa Francisco: "Tú eres una misión". Cada uno de nosotros es una misión y tenemos una misión. A algunos el Señor les pedirá que marchen fuera de Valencia a evangelizar; a otros les pedirá que se queden aquí y que evangelicen aquí, pero siempre en estado de misión permanente.
Nuestra diócesis se enriquece enviando misioneros a otras diócesis y a otros países o lugares donde la presencia de la Iglesia es menos numerosa. Es cierto que Valencia necesita una nueva evangelización, pero también es cierto que hay lugares en el mundo donde todavía no se ha proclamado el Evangelio de Cristo, la salvación que él nos regala.
El Sínodo que celebramos en Valencia debe impulsar decididamente la misión y las misiones. No pensemos solo en que sean los sacerdotes quienes hayan de marchar a las misiones. Pensemos también en los diáconos permanentes, en familias cristianas, en consagrados y consagradas, en jóvenes, adultos, mayores, que puedan aportar su experiencia en otros lugares, por ejemplo en África, en Latinoamérica, en los EUA, en Oceanía, etc.
Cada cristiano es un misionero. Y las palabras del Señor son claras al respecto: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará". La llamada misionera es para todos y todas.
En el Sínodo tendríamos que estudiar cómo ser mejores misioneros en Valencia y fuera de Valencia, secundando la doctrina del Concilio Vaticano II y de los Papas san Pablo VI, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. No debemos quedarnos con los brazos cruzados cuando hay tantas y tantas personas en el mundo que no han recibido ni siquiera el primer anuncio del Evangelio. Y después es necesaria también la catequización, la formación permanente, crear comunidades cristianas vivas, ayudar con nuestra limosna, con todos los recursos que podamos en vistas a hacer discípulos del Señor.
También son necesarios sacerdotes misioneros para que a las personas no les falte la Eucaristía y la Confesión y la Unción, así como formar a otros agentes pastorales que puedan bautizar y celebrar los demás sacramentos.
Si de veras estamos enamorados de Jesucristo y de su Evangelio saldremos y evangelizaremos con ardor, pasión y alegría.
Que la Mare de Déu dels Desamparats nos ayude a ser misioneros de su Hijo Jesucristo, único Salvador.