jueves, 17 de octubre de 2019

El Autobús del Domund llega a Valencia

 El autobús de Obras Misionales Pontificias (OMP) que está recorriendo España con motivo de la celebración, el 20 de octubre, del Domingo Mundial de Propagación de la Fe (DOMUND), ha llegado hoy a Valencia con testimonios para “apoyar a todos los misioneros que necesitan nuestras oraciones, nuevas vocaciones y nuestra colaboración económica”, según el delegado de Misiones del Arzobispado de Valencia, Arturo Javier García.

Rotulado con el mensaje “Próxima parada: Las misiones” y la frase “El amor no entiende de fronteras. DOMUND: 20 de octubre”, el autobús ha hecho una parada en el Colegio El Pilar, regido en Valencia por los marianistas, con el cartel de la campaña de este año y su lema “Bautizados y enviados” propuesto por el papa Francisco.
El delegado diocesano ha incidido en la petición del Pontífice de “impulsar la misión en todas las parroquias con grupos misioneros para ser misioneros en nuestro ambiente” y ha recordado el viaje realizado este verano por el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, a las misiones en Chile, Perú y Ecuador, “donde son necesarios más sacerdotes misioneros y así nos lo expresaron”.

Por su parte, Rafael Alventosa, misionero en Ecuador durante seis años, ha destacado que la misión es “una experiencia de encuentro con el Señor y con los hermanos más necesitados que nos dan grandes lecciones de amor”. En la parroquia ecuatoriana de San Patricio, junto con el sacerdote misionero valenciano Ramón Peris, “compartimos años con mucha pastoral con niños y jóvenes, algo que te da mucha fuerza y muchas ganas de trabajar, aunque son realidades distintas, muchas muy crudas, dando esperanza y predicando la Palabra en misas y homilías y también con nuestro testimonio”.

Otro testimonio compartido es el del seminarista Sergio Pelarda, de 33 años, ha vivido este verano una experiencia misionera en Cuba “donde mucha gente no conoce quién es el Señor y donde, en la diócesis de Santa Clara, fuimos a misionar para anunciarlo por las casas, donde no sabían lo que era la Iglesia católica”. Para él, la misión “es una oportunidad de salir de nosotros mismos y te das cuenta de la necesidad que hay aquí, es una experiencia que reconforta y nos hace confiar más en el Señor”.

También ha ofrecido su testimonio el seminarista Julio Baños, de 24 años, que estuvo hace dos años en Ecuador “en la parroquia de San Juan Bosco, que quedó derrumbada tras el terremoto hace unos años y no había templo pero sí comunidad parroquial que se reunía en el campo de futbito para la catequesis y celebrar la eucaristía, algo que me llevé de allí, porque la Iglesia somos las piedras vivas que estamos en ella”.

Según sus palabras, “ir a la misión es ir a estar con ellos y como ellos, y lo que me llevo de esta experiencia es no tener miedo a anunciar” algo que comparte con los jóvenes de las parroquias de la diócesis, a los que lanza el mensaje de que “la vida está para darla, por eso os animo a ir a otro país a dar la vida, a anunciar al que amamos porque si estoy enamorado no puedo dejar de hablar de ese amor”.

AVAN