La Comunidad monástica “San
Juan de Ribera”, pertenecientes al “Instituto Servidoras del Señor y de la
Virgen de Matará”, nos cuentan como fue la oración misionera del pasado domingo en Alcoy.
El día 9 de diciembre a las 19:00 horas, hemos compartido el canto de las vísperas del II domingo de Adviento, que han sido presididas por Don Arturo Javier García Pérez.
Al comenzar dimos la bienvenida a Don Arturo y al grupo de personas que
asistieron especialmente para rezar en comunidad:
“Os damos las gracias por haber escogido nuestra Iglesia para reunirse a
rezar de manera especial por las vocaciones, por los misioneros… nos sabemos
muy unidas a esta intención, pues siendo contemplativas consagramos nuestras
vidas a la oración, sabiendo que “es Dios quien, por medio de la oración, envía
obreros a sus mies (Mt 9, 38) abre las almas de los no cristianos para escuchar
el evangelio (Hc 16,14) y fecunda las palabras de salvación en sus corazones”
(1Co 3,7) …
La evangelización es una de nuestras principales ocupaciones, como
religiosas contemplativas de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, lo cual
constituye nuestro fin específico.
Tenemos siempre presentes a tantos misioneros que en lugares muy adversos
deben implantar el Evangelio por primera vez, o hacer redescubrir a las gentes
la belleza del misterio del Verbo Encarnado, misterio fundamental para la vida
cristiana. En una palabra, rezamos para que los misioneros sean “verdaderos
heraldos y testigos del Misterio de Cristo” (C.V II, Ad Gentes).
Decía hermosamente San Juan Pablo II: “No podemos permanecer tranquilos si
pensamos en los millones de hermanos y hermanas nuestros, redimidos también por
la sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios...La causa misionera
debe ser la primera, porque concierne al destino eterno de los hombres y
responde al designio misterioso y misericordioso de Dios” (Redemptoris Missio).
Que María Santísima, Madre y modelo de todo misionero, nos dé esa alma y
ese corazón grande como el mundo, que es el corazón que debe tener el
misionero”.
Luego de esto comenzamos las vísperas, Don Arturo leyó el testimonio de un
misionero valenciano.
Luego de terminar el
canto de vísperas hemos podido saludar un momento a Don Arturo y un grupo de
señoras que se acercaron al coro, realmente muy enriquecedor unirnos en la
oración, y de manera especial pidiendo por las vocaciones, por los misioneros y
misioneras que dan su vida por Cristo, pidiendo por la perseverancia, y los
frutos espirituales de la misión.
En Cristo y María.
Hermana María del Monte
Carmelo