Un año más reflexionamos en la campaña del DOMUND. Es
una gran alegría compartir con ustedes lo que vivo en estas tierras del Perú.
Soy Francisco Ferrer, sacerdote diocesano de Valencia y llevo cuatro años en
Lima-Comas, en un barrio de la periferia. Aquí estoy atendiendo a la gente desde la Parroquia
del “Señor de los Milagros”. La
jurisdicción parroquial tiene entre 50.000 y 90.000 habitantes. Nadie lo sabe
con exactitud. Tenemos 6 capillas más repartidas por los otros barrios o
asentamientos humanos. Desde hace 55 años la gente empezó a invadir estos
cerros desérticos y a ir construyendo poco a poco hacia arriba. La gente sale
todos los días a trabajar o buscar trabajo a las 4’30 ó 5 de la madrugada, ya
que sus trabajos están lejos y el tráfico es horrible. Suelen estar una media
de 2 horas de ida y dos de vuelta. Como se entiende, esto dificulta poder tener
vida familiar. La mayoría del trabajo es informal, se dice que un 65% lo es.
Aun así, miran la manera de sobrevivir.
Mucha gente no llega a fin de mes y eso trae muchas
consecuencias negativas de todo tipo. Actualmente, además, los médicos llevan 5
meses de huelga. La gente no puede cuidar su salud. Existen muchas enfermedades
que aquí, aun siendo Lima-capital, se tienen que sufrir entre todos. La sanidad
privada es muy cara y pocos son los que tienen acceso. Más bien, en este barrio
nadie puede. Con todo ello va creciendo la delincuencia y los robos a cualquier
hora del día. Los pobres sufren su pobreza y además todo esto.
Desde la Parroquia, con los voluntarios de Caritas
intentamos apoyar algunos casos dramáticos. Apoyamos, pero no podemos
solucionar. Aun así, hay personas que dedican su tiempo gratis a los demás. Es
una alegría poder ver cómo a pesar de todo ello, Jesús sigue tocando el corazón
de la gente para servir. Ese servicio desinteresado es la alegría que me
sostiene ante situaciones tan dramáticas. Esa es la alegría del evangelio; dar
gratis el amor recibido.
Hay gente comprometida por el evangelio; menos de la
que se quisiera pero más de las que las circunstancias de vida permiten. En su
debilidad y pequeñez mucha gente saca su tiempo de donde puede para darlo a los
demás. Son laicos de admirar.
Lo que hacemos es una gota en medio de un océano (no
es figurado, es real la frase), pero así es el evangelio: como la sal, la
levadura, el grano de mostaza… con pocos trabajadores para la mies y con poca
efectividad pero mucha afectividad. Recen mucho por nosotros.
Feliz DOMUND a todos y que Dios les conceda la
auténtica alegría.
Francisco José Ferrer Bravo