Cuando se acerca la recta final de la
preparación del DOMUND, es momento de recordar y animar a tantísimas personas,
a lo largo y ancho de nuestra geografía, que están trabajando sin parar para
hacer que el llamamiento de ayuda a las misiones llegue a todos los oídos.
Con este motivo, puede ser
bueno volver la vista al que fue el primer director nacional de Obras
Misionales Pontificias en España (de 1926 a 1968), don Ángel Sagarmínaga. De él
podemos aprender muchas cosas, pero una de ellas es a trabajar sin pensar en
términos de “éxito” o “fracaso”. Se hace con paz —y constancia— lo que haya que
hacer, y se pone todo en manos de Dios.
Don Ángel llegó a ser
conocido como “el hombre del DOMUND”, pero ese sobrenombre esconde una historia
singular de esfuerzos, fracasos y tenacidad contra viento y marea. Y así fue
desde el principio: cuando se lanzó a impulsar la celebración en España del
primer Domingo Mundial de las Misiones, en 1926, obtuvo el “gran éxito” de que
respondieran solo dos diócesis. Pero siguió adelante... Y al año siguiente
fueron solo seis. Pero siguió adelante...
Año tras año, don Ángel
continuó su infatigable trabajo de animación misionera en circunstancias nada
fáciles. De hecho, con su sentido del humor, él decía de su papel en esos
comienzos: “Estaba siempre al pie del cañón; cosa en extremo difícil... porque
antes tenía que fabricar el cañón”.
Don Ángel insistía en que
no tienen que distraernos ni los aparentes logros ni los aparentes batacazos.
Tan claro lo tenía que llegó a decir: “El Papa no me ha enviado a conseguir
éxitos, a recaudar limosnas, sino a predicar”. Y así se lo transmitía a sus
colaboradores: “Dios no nos exige el éxito: nos exige el trabajo”.
En vísperas del DOMUND, y
sin tener ya que fabricar el cañón, como le pasó a don Ángel, las energías de
muchísimas personas se vuelcan en la preparación de este gran día de las
misiones. Son —con palabras de un compañero de OMP en Cádiz— los “misioneros de
retaguardia”, y para ellos va nuestro abrazo y nuestro agradecimiento en estos
días de trabajo y de ilusión “extra”.
Rafael Santos
Obras Misionales
Pontificias