jueves, 30 de mayo de 2013

OMP, Fondo Universal de Solidaridad

¿Cuál es el destino de los donativos que se entregan a OMP? ¿Cómo llegan a sus destinatarios? ¿Cómo se aprueban los proyectos? ¿Qué es Fondo Universal de Solidaridad? Son algunas de las preguntas que con frecuencia nos preguntan los donantes de las OMP. Preguntas legítimas, que brotan más del deseo de poder explicar a otros el sistema solidario de su distribución, que de la duda sobre el uso recto de estas aportaciones.

El Estatuto de las Obras Misionales Pontificias justifica y articula el Fondo Universal de Solidaridadpara “sostener los programas de asistencia universal, evitando particularismos y discriminaciones”. El funcionamiento de este Fondo depende del Consejo Superior de esta institución pontificia, cuyo principal órgano de gobierno es la Asamblea General ordinaria. 
Sus determinaciones en la distribución de los cientos de miles de donativos, procedentes de toda la Iglesia para atender los 1.103 territorios de misión (37% de la Iglesia católica), se ajustan a este criterio: “La común solicitud por las necesidades misioneras de toda la Iglesia y de cada Iglesia particular ha hecho de las Obras Misionales Pontificias expresión de comunión y de solidaridad universal. En su tarea de sensibilización, no es menor su cometido de explicar a los fieles y pastores la prioridad del carácter universal de la cooperación misionera, colaborando con los obispos a que las iniciativas particulares no dañen el compromiso común en apoyar la evangelización de los pueblos” (n.20).

Las 116 Direcciones Nacionales de las Obras Misionales Pontificias se encargan de recoger las aportaciones de los fieles, también de los países y comunidades cristianas que viven en los territorios de misión, y, al cierre del ejercicio económico del año civil, informan a las Secretarías Generales de cada una de las Obras del dinero disponible para atender las actividades misioneras. Compete a la Asamblea General estudiar las solicitudes de ayudas y distribuir equitativamente la suma de las aportaciones de los fieles. Inmediatamente después se procede al envío de estas ayudas, garantizando que llegan a sus destinatarios con prontitud e integridad.

Acabo de regresar de Roma donde se ha celebrado del 13 al 19 de mayo, la Asamblea General del año 2013. Allí todos los directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias, junto con los secretarios generales de las cuatro Obras y el arzobispo presidente, Mons. Protase Rugambwa, hemos estudiado todas las solicitudes y se ha distribuido el Fondo recibido con criterios de justicia y solidaridad cristiana.

De esta manera, las innumerables actividades pastorales promovidas por los misioneros y misioneras, en los lugares más recónditos de la tierra, recibirán la ayuda económica que su madre la Iglesia ha recibido de todos sus hijos para repartir entre los miembros de la familia más necesitados, o que al menos no pueden valerse por sí mismos. Ella, como buena madre, sabe bien quiénes lo requieren, aunque no tengan capacidad de expresar sus carencias, y los que ponen en manos de la Iglesia sus bienes tienen la certeza de que llegan, no solo en su integridad, sino a quienes más lo necesitan.

Por  Anastasio Gil García
Director Nacional de OMP - España
Revista Misioneros Tercer Milenio, Mayo de 2013