martes, 10 de julio de 2012

“Como Alejandro e Inés, estamos llamados a defender la vida”, recuerdo de dos misioneros asesinados

Mons. Rafael Cob García, Obispo Vicario Apostólico de Puyo, recuerda en una carta dirigida a sus fieles a los mártires misioneros, Mons. Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango, que dieron su vida por amor en defensa de sus hermanos indígenas, hace ahora 25 años.
El 21 de julio de 1987, el obispo Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango, ambos misioneros en la Amazonia ecuatoriana, recibieron la muerte acribillados por las lanzas de los nativos huaoranis. En 2011 se inició el año jubilar por su muerte. Frente a la explotación de los recursos naturales de parte de las grandes compañías petroleras, el obispo había dado prioridad a la vida de las personas y defendido con coraje los derechos de las minorías indígenas. Paradójicamente, los indígenas, que se sentían acorralados, dieron muerte a los dos misioneros que les ofrecían su apoyo.


Este obispo misionero se entregó a su labor de manera decidida. Para acercarse, por ejemplo, a los huaoranis (o aucas), durante 25 años vivió, vistió y comió como ellos y aprendió su lengua, el huao.
Mons. Cob señala en su carta que “el verdadero misionero es el que peregrina, el que se pone en camino, el que sale de su casa como Abrahán, Moisés, los profetas, los discípulos, y como todos los que hemos oído la voz de Cristo para ir al encuentro del hermano necesitado”.
Mons. Cob incide en que “el misionero no es cristiano porque le bautizaron, es, porque como Jesús, misionero, asumió un compromiso, y la fe que le regalaron la hizo crecer, hoy la comparte, no se la guarda para sí, y la multiplica. Como Alejandro e Inés que no se guardaron su fe, no se quedaron en su pueblo natal, se pusieron en camino se acercaron y fueron a la búsqueda de sus hermanos amenazados de muerte, .anunciaron la buena nueva del Reino y no se reservaron su vida sino que la dieron para que los demás la tengan”.
Finaliza la carta reflexionando sobre el hecho de que hoy se haya perdido “la conciencia del valor de la vida; todos estamos llamados a defender la vida. Como Alejandro e Inés, hemos de ser como Jesús, el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Eso hicieron Alejandro e Inés con las minorías indígenas de los huaoranis y tagaeris: defender el rebaño de los lobos rapaces. Ellos en aquella mañana mientras esperaban el helicóptero que les llevaría a las profundidades de la selva, se preparaban con una disponibilidad total al sacrificio de la oblación de su vida física por la causa del Reino de Dios, por amor a sus hermanos, ‘el que no ama permanece en la muerte’ (I Jn. 3,14)”.OMPRESS-ECUADOR.