Oración inicial
Ven, Espíritu Santo, y llénanos con el fuego de tu amor.Ábrenos los oídos y el corazón para escuchar y acoger la Palabra,concédenos la alegría de vivir como hijos de Diosy guíanos en la misión de dar a conocer este amor a toda la humanidad. Amén.
Lectura Ef 1,3-10
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
¡Diles que Dios es Padre y les ama!
El Dios cristiano no es un ser impersonal que gobierna el mundo, ni un motor primero que se ha desentendido de él. Dios es Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un Dios en el que se dan relaciones de amor. Y ese amor de Dios se da también hacia afuera, hacia su creación, y especialmente hacia nosotros, los hombres, creados a su imagen y semejanza.
¡Dios, que es comunión de amor, nos ama personalmente! ¡No somos fruto de la casualidad! Por eso la misión tiene sentido: Dios quiere que todos los hombres conozcan este amor. Dios Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo para darnos a conocer este amor. Nosotros, los cristianos, estamos llamados a colaborar con esta misión: dar a conocer el amor de Dios a cada uno, esté donde esté. Sin este amor personal de Dios por cada uno, la misión no tendría sentido.
En el mundo, existen muchas concepciones de Dios. Hablar de un Dios Padre es liberar a quien lo escucha de concepciones panteístas (todo es Dios, la naturaleza, los árboles, etc., son Dios), o supersticiosas (una fe irracional, que puede llevar a relaciones basadas en el temor o la contraprestación: si hago esto, me pasará esto otro). También de concepciones que buscan lo divino yendo en contra de la persona individual, de sus deseos y su consciencia (como el budismo).
El Dios Trinidad no va en contra del hombre, sino que quiere establecer una relación personal con él. Por eso, el cristianismo no es una religión, entendida como un conjunto de preceptos religiosos que hay que cumplir respecto a una divinidad. El cristianismo es una relación personal, de tú a Tú, de cada hombre con Dios. Es saberse y sentirse hijo de Dios, y vivir esa vida de hijo que Dios nos regala, la vida de la gracia, mediante los sacramentos y en la Iglesia.
Sin embargo, a la palabra “padre” es preciso colocarle algunos adjetivos. La figura paterna, con frecuencia, está desdibujada o ausente en muchas culturas. Es preciso explicar cómo es un padre bueno. Dios es Padre misericordioso, tierno, que comprende nuestra debilidad y nos perdona: “Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura; él sacia de bienes tus días, y como un águila se renueva tu juventud. […] Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen” (Sal 103).
Esta verdad es el fundamento de la misión. Necesitamos compartir con todo el mundo la alegría de disfrutar de ser amado, vivir confiado, tener una identidad clara: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡los somos!” (1Jn 3,1).
1. ¿Qué ideas de Dios tiene la gente que conoces en tu entorno o que has conocido en los sitios de misión?
2. Si estas ideas no son cristianas, ¿qué consecuencias tienen en su vida? ¿Alejamiento, indiferencia, rechazo, miedo, búsqueda de nuevas espiritualidades, etc.?
3. ¿Vives tu fe como una “religión” o como una “relación”? ¿Disfrutas de saberte y sentirte hijo de Dios?
4. ¿Eres consciente de que la misión no es un proyecto tuyo, sino un modo de colaborar con la misión del Padre de dar a conocer su amor a todos los hombres?
5. ¿En qué pasajes de la Escritura puedes basarte para explicar a Dios como Padre bueno?