Tras un verano de sofocante calor ambiental y de crisis socioeconómica en general nos disponemos a iniciar el curso pastoral 2022-23 celebrando el Jubileo con motivo del Centenario de la Coronación Pontificia de la imagen de La Mare de Déu dels Desamparats (12 mayo 1923) y llevando a cabo la Gran Misión Diocesana en todas las parroquias y comunidades de nuestra diócesis de Valencia.
La Virgen María nos invita a ser misioneros, apóstoles, testigos de Jesucristo y de su Buena Noticia, la del amor incondicional de Dios para con todos y todas.
Básicamente esto es lo que debemos vivir y anunciar:
Dios, que es amor, nos ama y quiere que participemos de su amor y de su felicidad en este mundo y en el otro.
A pesar de nuestro pecado (somos pecadores y a veces pecamos), el amor de Dios es más fuerte que nuestro pecado; por eso Dios envió a su Hijo Jesucristo, nacido de mujer, para redimirnos del pecado y de la muerte eterna.
El que cree y es bautizado se salva; el que se resiste a creer no puede salvarse porque rechaza libremente la oferta de salvación que Dios le ofrece gratuitamente. Este es el drama del ser humano: nuestra libertad y nuestra obediencia o no a la voluntad de Dios.
Con todo, Dios hace todo lo posible para que vivamos en la fe, en el amor y en la esperanza verdadera, la que no defrauda. Nos lo ha manifestado en su Hijo Jesucristo, muerto y resucitado por y para nuestra salvación.
En el día de nuestro Bautismo, Dios derramó en nuestros corazones su Espíritu Santo que nos capacita para amar a Dios y a todos los seres humanos, cercanos y lejanos, a todos sin excepción.
Si nos dejamos llevar por las mociones de este Espíritu obraremos el bien a los ojos de Dios y experimentaremos qué significa ser felices.
Para el cristiano, ser feliz y ser santo es lo mismo, pues Dios quiere que seamos santos y nos ha dado su Espíritu para que nadie diga que no puede ser santo.
Se trata de la obra de Dios en nosotros, no de lo que nosotros decidamos, pensemos o hagamos.
Se trata de vivir "a tope" en el amor a Dios y a los hermanos, de confiar en Jesucristo y poner en práctica su Palabra de vida, de estar llenos de Espíritu Santo.
Y todo esto lo vivimos en la Iglesia, la familia de los hijos de Dios, una, santa, católica y apostólica, como recitamos en el Credo.
La Virgen Santa María es figura e imagen de la Iglesia que un día será glorificada.
En Valencia la llamamos la Mare de Déu i dels Desamparats:
Madre de Dios porque fue Madre de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Madre de los desamparados, porque a todos nos acoge bajo su manto y nos muestra a Jesús, el fruto bendito de su bendito vientre. Sobre todo, Madre de los pecadores, los pobres, los migrantes, los abandonados, los migrantes, los refugiados, los enfermos, los que han perdido el sentido de su vida y no encuentran salida, los misioneros, los sacerdotes, etc.
Por eso le decimos:
"Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios"
"Mare dels Desamparats,
mai ens desampareu,
ni en la vida ni en la mort
ni en lo tribunal de Déu"
Un nuevo curso pastoral para ser discípulos-misioneros de Jesús y de su Evangelio, como María lo fue y nos invita a ser>