Reza entorno a la resurrección, una versión reducida del Via Lucis.
JESÚS RESUCITADO SE MANIFIESTA A MARÍA MAGDALENA
Jesús le dice:
mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le
dice: Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a
buscarlo. Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y le dice: Rabbuni –que
significa maestro–. Le dice entonces Jesús: suéltame, que todavía no he subido
al Padre. Ve a decirles esto a mis hermanos: subo a mi Padre y vuestro Padre, a
mi Dios y vuestro Dios. (Jn 20, 16-17).
El nombre en la lengua de Jesús y de
María Magdalena es lo que nos hace únicos, María se siente nombrada, se siente
querida en la raíz de su ser criatura, de su ser mujer. Solo cuando María se
siente nombrada por su nombre se siente reconstruida: María entonces deja de
mirar el lugar de muerte y se abre a la Vida.
En tu día a día en misión ¿en qué
lugares te sientes llamado/a por tu nombre? ¿A qué? ¿Cuál es ese sepulcro en el
que Jesús nos sorprende por su ausencia?
JESÚS
RESUCITADO ENCUENTRA A SUS DISCIPULOS EN EL LAGO TIBERÍADES
El discípulo predilecto de Jesús dice a
Pedro: ¡Es el Señor! Al oír Pedro que era el Señor, se ciñó un blusón, pues no
llevaba otra cosa, y se tiró al agua. Les dice Jesús: ahora, traed algo de lo
que habéis pescado. Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red repleta
de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, la red no se
rompió. Les dice Jesús: venid a almorzar. Ninguno de los discípulos se atrevía
a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó
pan y se lo repartió e hizo lo mismo con el pescado (Jn 21,7, 10-13).
La experiencia de la Pascua los fue
pasando del abatimiento a la fortaleza, de la dispersión y la huida al
reencuentro. Ahora se sienten hermanos y hermanas hijos de un mismo Padre.
Ahora entienden con hondura lo que hacía y decía Jesús por los caminos de la
vida. Ahora lo experimentan en el compartir, en pan partido y repartido, ahora
es cuando pueden decir: “¡Es el Señor!”
Como seguidor/a de Jesús, ¿qué significa
esa mesa que Jesús comparte con nosotros/as? ¿Cómo hacemos vivo Su partir,
repartir y compartir el pan en nuestro día a día? ¿Cómo participamos de su
mesa?
JESÚS
RESUCITADO ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO
Cuando llegó el día de Pentecostés,
estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento
huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas como
de fuego, repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de
Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les
permitía expresarse. (Hch 2, 1-4).
Podemos experimentar el gozo profundo de
sentirnos queridos sin condiciones por un Dios Fuente de Agua Viva que sacia
nuestra sed, y que no vayamos a buscar agua a “pozos resecos que no retienen el
agua”, como dice el Profeta; un Dios que es Luz ante tanta tiniebla y
oscuridad, que es Resurrección y Vida ante tanta muerte. Recibamos al Espíritu
que nos hace para siempre amigas y amigos del Dios de la Vida.
En las prisas rutinarias ¿qué te da luz?
¿qué te hace reconocer que pese a nuestra fragilidad el Espíritu nos perdona y
nos llama a seguir el Evangelio?
En caso de que te interese poder contemplar el Via Lucis completo te facilitamos una propuesta para la oración que escribió Toni Catalá y que ahora podemos disfrutar aquí