viernes, 16 de julio de 2021

Desde el Seminario Redemptoris Mater Ciudad del Cabo...

 Queridos hermanos y amigos,

Damos gracias al Señor por el primer semestre de este año 2021 que ha transcurrido para nosotros lleno de acontecimientos gozosos. El Señor no deja que “nos deprimamos” en medio de estos tiempos tan difíciles para muchas personas en el país debido a la soledad y abandono provocado por esta pandemia. Como dice el Salmo “en la angustia Señor tú me abres salida” (Salmo 4, 2), así Dios provee para nosotros en medio del desierto el alimento oportuno para que no desfallezcamos. Este alimento, este maná del Cielo, nos llega a través de la comunión con los hermanos que es un anticipo de lo que viviremos allí. Así las liturgias del tiempo de Pascua, preparadas con esmero por los seminaristas en los mínimos detalles, nos han llevado a todos a la Resurrección.

Después de la Vigilia Pascual, durante la semana “in albis”, el Señor nos regaló un tiempo de vacaciones en una casa en la playa. Salimos así fuera del ambiente del seminario, para estar en contacto directo con la naturaleza, sin los horarios que rigen nuestra vida ordinaria. La vida del seminario está llena de tareas que hay que realizar que van desde poner la mesa, lavar los platos, hasta preparar los cantos, poner las flores etc. Todos se quejan de “no tener tiempo para estudiar”. Aunque esto tiene su parte de verdad, siempre digo a los seminaristas que “tienen mucho tiempo”...Tienen que aprender que el tiempo es una vivencia interna que depende de nuestra vida interior y está asentado en nuestro corazón. El seminario, que es un periodo importante de formación, debe enseñar también a los seminaristas a manejar el “estrés”, enfermedad de nuestra época, de un hombre que “está siempre ocupado”, para vivir el tiempo de forma nueva.

La Cincuentena Pascual, que debe celebrarse como un “único día”, ha sido nuestra maestra en este aprendizaje, introduciéndonos en el descanso del Cielo. Las liturgias solemnes cada día con todos los signos de la fiesta. La Palabra mistagógica de la Iglesia que nos enseña el significado de los misterios recibidos (bautismo y eucaristía). Pero también el ambiente en la casa; el vino en la mesa, la alegría, el canto, los dulces, las risas, nos han ayudado a “vivir de otra manera” y “ocuparnos” de lo importante. Como decía Santa Teresa “un santo triste es un triste santo”.