“Continúen recopilando
información sobre lo que ocurre en Tigray, informen a la opinión pública a
través de sus medios de comunicación. Insten a la Santa Sede para que, gracias
a su red diplomática, pueda presionar a la comunidad internacional. Que ésta
intervenga de forma más enérgica para poner fin a esta situación”. Este es el
sentido llamamiento lanzado a los misioneros por el p. Mussie Zerai Yosief,
coordinador europeo de los católicos eritreos.
En una reciente entrevista, concedida a la Sociedad de Misiones Africanas, el
sacerdote ha recordado las sanciones impuestas por Estados Unidos al gobierno
etíope, “no es suficiente, hay que exigir que se detenga la masacre de la
población civil, que se abran los corredores humanitarios y que se desbloqueen
los convoyes de ayuda que esperan en las fronteras de la región de Tigray”, se
lee en una nota recibida por la Agencia Fides.
“La población civil no tiene la culpa en este conflicto: no debe pagar los
pecados de algún partido o del gobierno federal. Es la población más vulnerable
la que está pagando el precio más alto de esta crisis: las mujeres, los
ancianos, los niños - insiste el p. Zerai -. La comunidad internacional debe
crear una comisión de investigación independiente para investigar lo ocurrido
en los últimos meses en la región. Hay que aclarar quién hizo qué y por qué lo
hizo. Que los culpables respondan ante la ley del derecho internacional de los
crímenes cometidos: violaciones, abusos, torturas, destrucción arbitraria y gratuita
de muchos bienes construidos con años y años de trabajo y sacrificio”.

“Se trata de una verdadera catástrofe humanitaria. Cientos de miles de personas
están en peligro. Todavía no se ha declarado un alto el fuego, por lo que
continúan los disparos, las matanzas y las muertes. Se están filtrando informes
de que las masacres se siguen llevando a cabo: una situación muy grave. Los
esfuerzos de la población por construir un futuro con su trabajo han sido
destruidos, y hemos vuelto al año cero”, concluye el coordinador europeo para
los católicos eritreos.
Agencia Fides