Como institución vinculada a la Santa Sede, Obras Misionales Pontificias expresa su profundo dolor por el fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI y eleva, unida a toda la Iglesia, una oración por su alma.
Durante sus ocho años de
pontificado, el Santo Padre Benedicto XVI nos contagió su amor a Dios, no solo
a través de su magisterio y su brillante exposición de la doctrina, sino, sobre
todo, por el testimonio de su vida. Como pastor de la Iglesia universal, el
Papa deseaba contagiar al mundo entero la fe y el amor de Dios. Las Obras
Misionales Pontificias eran para ello un instrumento privilegiado, como él
mismo expresó en sus Mensajes para la Jornada Mundial de las Misiones, el
Domund.
Agradecimiento a los misioneros
El Papa era muy consciente, como expresó en Spe salvi, de que solo Dios puede ser la esperanza para un mundo tan necesitado de su ayuda. A los misioneros, que llevaban y llevan a los rincones más olvidados del planeta esa esperanza que anuncia el Evangelio, Benedicto XVI les manifestó su gratitud en diversas ocasiones: “Deseo expresar con particular afecto mi agradecimiento a los misioneros y a las misioneras, que dan testimonio en los lugares más lejanos y difíciles, a menudo también con la vida, de la llegada del reino de Dios. A ellos, que representan las vanguardias del anuncio del Evangelio, se dirige la amistad, la cercanía y el apoyo de todos los creyentes” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2010).
También los misioneros querían a Benedicto XVI y le estaban agradecidos. Con ocasión de su renuncia en 2013, cientos de misioneros españoles, desde los cinco continentes, hicieron llegar sus mensajes de adhesión a la Iglesia y de apoyo al Santo Padre. Sus testimonios fueron recogidos en el volumen Unidos en la gratitud. Mensajes de los misioneros españoles a Benedicto XVI, que el entonces director nacional de las Obras Misionales Pontificias, padre Anastasio Gil, tuvo ocasión de regalar a Benedicto XVI en Roma.
Como ejemplo de esos mensajes, citamos el de Remedios López, Hija de la
Caridad, hoy regresada, y en 2013 misionera en Burundi: “Yo personalmente
quiero mucho a nuestro Papa Benedicto XVI y aquí, en nuestra Iglesia de Burundi
y de Ruanda, es muy querido. Apreciamos mucho sus escritos, su cercanía con la
gente en los viajes que ha realizado en África. Con este gesto de renuncia que
acaba de realizar, y leyendo atentamente sus palabras cuando lo ha anunciado,
mi admiración por él es aún mayor y mi cariño también. Me dan ganas de
abrazarlo, pero como la distancia física no me lo permite, le abrazo
espiritualmente. Oro por él, para que el Señor le recompense todo el bien que ha
hecho a nuestra Iglesia y al mundo entero”.