martes, 22 de diciembre de 2020

La carta de un misionero que relata cómo vive estos días previos a la Navidad en Bangkok

 El padre Adriano Pelosinpertenece al PIME y hace 42 años que vive en Tailandia. En una sencilla carta a la agencia Asia News cuenta cómo se vive la Navidad en medio de la pobreza de los barrios de la capital. Desde que comenzó la pandemia los grupos parroquiales han estado visitando a los más pobres y a los más afectados por el confinamiento obligatorio. El gobierno ha cerrado todos los aeropuertos y puertos, y eso ha afectado especialmente a los que trabajan en el turismo, que representa el 15% de la economía. Su parroquia ha asistido a casi 300 familias llevándoles arroz, huevos, aceite y otros alimentos básicos. Después de un comienzo con miedo, ahora han reemprendido las reuniones en siete lugares diferentes, llevando el poder y la visión de la Palabra de Dios.

Al Padre Adriano le impresiona la atención, la sinceridad y el deseo de mejorar sus vidas de los veinte catecúmenos que se preparan para recibir al bautismo. Una vez más, se da cuenta de que el hombre no vive sólo de pan, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios.En este año ha habido muchos acontecimientos que necesitan ser mirados con los ojos de la fe. Uno de los más bellos es que los dueños de una escuela privada, que se encuentra en el territorio de su parroquia, acogieron gratuitamente a once de nuestros niños más pobres. Los dueños son miembros de una familia católica que antepone la caridad a las ganancias.

También cuenta que una madre con cinco hijos, uno de ellos un bebé de trece días, fue traída a la parroquia por una catequista para ver cómo protegerla, dado que su marido está bajo la influencia de las drogas y quería matarla.El misionero ha buscado al marido para hablar con él pero no lo ha conseguido. Decidieron que la mujer se refugiara en un pequeño centro de misericordia de la parroquia. En estos días ayudan también a una niña de 12 años que ha sido violada varias veces con el consentimiento de su abuela, que recibe dinero de esos hombres. También atienden a un primo pequeño de esa niña, cuya madre está en la cárcel por tráfico de drogas.

El ambiente en que viven estos niños es muy hostil y resulta difícil ayudarlos. Pero Adriano Pelosin sabe que el nacimiento de Jesús trajo alegría a los pobres; su muerte trajo la salvación a los pecadores; su resurrección, esperanza a los desesperados.Y el Espíritu Santo vuelve a hacer presentes hoy todos estos dones. En su pequeña parroquia, en la periferia de Bangkok, son testigos de esto todos los días, en medio de las penas de la vida y los dolores de la sociedad.