La cara de un niño cuando ve un juguete “cambia, se ilumina”, también en los países que atraviesan situaciones muy complicadas como Venezuela, donde “los niños tienen hambre y a veces el único alimento que toman en todo el día es el que repartimos en el colegio”, según cuenta la hermana Débora Vidal, religiosa valenciana de la congregación Pureza de María.
En Venezuela lleva cuatro años como directora general de un colegio que pertenece a una red de centros de la Compañía de Jesús, llamada Fe y Alegría, dedicada a la escolarización de los más desfavorecidos. Además, también colabora con la asociación Hogar de Cristo, fundada en Chile para atender a los olvidados de la sociedad, mediante el reparto de comida a niños, ancianos y personas que lo necesitan.
Impulsada por su vocación, por la huella que ha dejado su labor social en Venezuela y por el deseo de hacer llegar la ilusión a los niños de Venezuela, ha puesto en marcha una campaña de recogida de juguetes y “en sólo dos días he recibido muchísimo apoyo, de mis padres, incondicional como siempre, y primos, y de muchas personas de Valencia y toda España que se han puesto en contacto conmigo para poder colaborar”, confiesa.
La gran acogida de la iniciativa a través de las redes sociales en pocas horas la ha sorprendido “pero no me extraña porque las cosas de Dios ruedan solas y así ha sido” pero es consciente de que además de juguetes necesitará ayuda económica para hacer realidad este proyecto, puesto que este tipo de envíos conlleva un desembolso elevado.
Juguetes bonitos, buenos y limpios
La campaña de recogida se desarrollará desde hoy, viernes, hasta el próximo miércoles, 25 de noviembre, en dos locales en la calle Manuela Estellés, 87, de Valencia, cedidos por unas amigas de la comisión fallera Barrio Beteró y por la Asociación Vecinal Virgen del Carmen Beteró, en horario de 10 a 13 horas y de 16:30 a 20 horas durante los seis días.
“No quiero alargar más la recogida para poder hacer el envío cuanto antes y que los juguetes lleguen a final de diciembre o principio de enero, porque lo bonito es que los niños los reciban en fechas navideñas”, explica la religiosa valenciana.
Además, tal como puntualiza la hermana Débora, “lo ideal es que no sean juguetes grandes, por ejemplo bicicletas, porque hay que enviarlo y el transporte es caro, por tanto habrá juguetes que podamos enviar a Venezuela pero no vamos a tirar nada, si está en buenas condiciones, porque en Valencia también hay niños que pueden recibirlos, ya veremos cómo organizarlo”.
Débora Vidal fue alumna del colegio Pureza de María de El Grao de Valencia, y entró a formar parte de la congregación hace 20 años. Durante dos décadas ha estado destinada en Barcelona, Madrid, Roma y Venezuela, donde ejerce la dirección del colegio “Fe y Alegría San Luis”, en la ciudad de Cumaná.
La cuenta bancaria -de la congregación Pureza de María para misiones- donde se pueden realizar donativos para sufragar el coste del envío de los juguetes es ES94 0075 0430 1506 0024 8960, con el concepto “Un juguete para Venezuela”. Los juguetes los recibirá en Venezuela el sacerdote Pedro Rodríguez y un equipo de laicos, de la asociación Hogar de Cristo, que se encargarán de su posterior reparto a las familias.
Desnutrición infantil comparable a países como Chad o Camerún
El 30 por ciento de los niños en Venezuela registran desnutrición crónica, porcentaje comparable con países africanos como Chad o Camerún, según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, que corresponde al periodo noviembre 2019 – marzo 2020, presentada el pasado mes de julio.
El informe, elaborado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB), revela, entre otros muchos datos, que casi ocho de cada diez venezolanos se encuentran en situación de pobreza extrema, lo que supone 22 millones de personas de un total de 28 millones.
La situación ha empeorado con la pandemia del Covid-19, no sólo por las restricciones en cuanto a la entrada y salida del país o las dificultades para el envío de remesas de dinero, también por el incremento del riesgo para niños y adolescentes, sobre todo los que viven en la calle o en condiciones de máxima pobreza, de sufrir explotación laboral y sexual, según apuntan los expertos que han elaborado la encuesta.