El Papa Francisco recordaba en el rezo del ángelus del pasado domingo, con motivo de la celebración del Domund, que todos los cristianos debemos ser “tejedores de fraternidad”, como lo son, de modo especial los misioneros “que siembran el Evangelio en el gran campo del mundo”.
Precisamente, partiendo del Evangelio de este domingo, el «dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios», el Papa Francisco decía que “en esta sentencia de Jesús no solo se encuentra el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa, sino que de ella también emergen orientaciones claras para la misión de los creyentes de todos los tiempos, incluidos nosotros hoy. Pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado. Al mismo tiempo, es necesario afirmar la primacía de Dios en la vida humana y en la historia, respetando el derecho de Dios sobre todo lo que le pertenece. De aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres del propio tiempo. Cada uno de nosotros, por el Bautismo, está llamado a ser presencia viva en la sociedad, animándola con el Evangelio y con la savia vital del Espíritu Santo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad”.
Por ello pedía a la Madre que Dios que nos ayudara “a todos a huir de cualquier hipocresía y a ser ciudadanos honestos y constructivos. Y que nos sostenga a nosotros, discípulos de Cristo, en la misión de testimoniar que Dios es el centro y el sentido de la vida”.
“Hoy celebramos la Jornada Mundial de las Misiones”, añadía finalmente, “que tiene como tema: ‘¡Aquí estoy, envíame! (Is 6,8) Tejedores de fraternidad’. Es hermosa esta palabra, ‘tejedores’. Todos los cristianos están llamados a ser tejedores de fraternidad. Lo son, de modo especial, los misioneros y misioneras —sacerdotes, consagrados y laicos— que siembran el Evangelio en el gran campo del mundo. Recemos por ellos y démosles nuestro apoyo concreto”.
Hacía mención también a la buena noticia recibida estos pasados días: “En este contexto, deseo dar gracias a Dios por la tan esperada liberación del padre Pier Luigi Maccalli —lo saludamos con este aplauso—, que había sido secuestrado hace dos años en el Níger. Nos alegramos también porque con él han sido liberados otros tres rehenes. Sigamos rezando por los misioneros y los catequistas, y también por cuantos son perseguidos o secuestrados en diversas partes del mundo”.