Fallece el misionero José Miguel Celma ~ Delegación de Misiones y OMP Valencia

A punto de cumplir setenta y cinco años, cuando hace dos semanas nada insinuaba su cercana muerte, el P. José Miguel ha entregado su vida al Señor tras una semana de hospital en la que se le identificó como contagiado de corona-virus. Sólo hace veinte días se había incorporado a la comunidad de Madrid-Vallecas, dispuesto a abrir una nueva etapa de vida y servicio misionero tras veintiocho años fuera de España.

Nacido en la comunidad valenciana, José Miguel llama a las puertas de la Congregación en Cervera en enero de 1958. Tiene doce años. Cursa allí dos años de humanidades, a los que siguen tres vividos en Barbastro con los PP. Fermín Zubiri y Pedro Casaldáliga como formadores. El curso 1963-64, con el P. José María Ciller como maestro, hace el año de noviciado en El Pueyo de Barbastro, donde emite su primera profesión.

Cursada la filosofía en Segovia y Játiva (1964-67), hace (1967-71) los estudios teológicos en Salamanca, donde emite la profesión perpetua (1970) y es ordenado presbítero (1971). Su primer destino como sacerdote le lleva a Játiva, donde colabora en el colegio e internado. En 1974 llega a Valencia Benimaclet, destino al que quedará unido para siempre. Es nueve años (74-83) superior y doce director del colegio (74-77; 83-92). Esos años despliega una gran actividad pastoral con alumnos, antiguos alumnos, familias y jóvenes, introduciéndoles en una extensa red en la que se enriquecen de experiencias bien diversas (Taizé, Pueblo de Dios, festival David…). Su nombre sigue siendo muy significativo para decenas de familias valencianas, sobre todo en el entorno del colegio de Benimaclet.

En 1992 su vida da un giro y es destinado a Asia para que ayude a consolidar la presencia claretiana en Timor e Indonesia. A ello se dedicará diecisiete años, entregado sobre todo a la preparación de los jóvenes misioneros, la pastoral bíblica y la formación de seminaristas y evangelizadores. La vitalidad de la Delegación de Indonesia-Timor Leste, con tantos lazos de fraternidad con nuestra provincia, sabe de su entrega. A él quedan unidas para siempre obras como la traducción de la Autobiografía y otros importantes textos claretianos.

En 2010, tras unos meses de diálogo con el Gobierno general, es incardinado a la provincia de Santiago y enviado a la Misión de Paraguay. Allí decide permanecer en América y pasar a pertenecer (2011) a la Provincia de San José del Sur. Tras casi tres años en Paraguay (Lambaré), ha prestado servicios misioneros en Humahuaca-Argentina (2013), Santiago de Chile (14-15), Bahía Blanca (16-18) y Buenos Aires (18-19). En febrero de este año 2020, de nuevo en diálogo con el P. General, fue incardinado en nuestra provincia y regresó a Europa. En junio, tras el tiempo de vacaciones que le correspondía, aceptó ser destinado a Vallecas, comunidad a la que se incorporó hace veinte días, lleno de ilusión, consciente de que debía hacer un nuevo esfuerzo de incardinación, y dando muestra (como ha hecho con nitidez los últimos veinte años) de un apasionamiento fuera de lo normal por la pastoral bíblica y el estudio de la Escritura, que ha fomentado en todas partes.

A inicios de la semana pasada, cuando su comunidad hubo de confinarse, comenzó a dar muestras de fiebre, tos y diarrea, siendo hospitalizado el jueves de noche. Atendido con un esmero especial por sanitarios y capellanes su covid parecía encarrilado hasta que de modo inesperado se le manifestaron ayer miércoles una serie de severas arritmias que le llevaron a la UCI y provocaron hoy el fallo severo de varios órganos importantes. Tras recibir en los días pasados con toda conciencia la Eucaristía, esta mañana le fue administrada la Unción, falleciendo una hora después. Las reacciones a su muerte, mezcla de dolor y enorme gratitud, llegan de todos los continentes. Que Cristo Resucitado, Palabra por excelencia, le tenga ya en su compañía. Descanse en paz el Misionero José Miguel.