Ayer día 26 de marzo, tuvo lugar el ya tradicional retiro de Cuaresma de los Agentes Pastorales de Animación Misionera de nuestra diócesis de Valencia en la Real Iglesia del Santísimo Cristo del Salvador, al que asistieron cerca de 30 representantes de las parroquias.
Este daba comienzo a las 11:00 con una charla sobre la Cuaresma, en la que nuestro director diocesano, Arturo Javier García, nos exponía las claves del mensaje que el Papa Francisco nos daba para esta Cuaresma de 2019.
Además de esto, se hizo hincapié en las tres armas que tenemos los cristianos: el ayuno, la oración y la limosna. Estas nos son útiles para conseguir la Conversión pretendida durante la Cuaresma, tiempo de preparación y cambio. Con ello, tenemos que aprovecharnos de la innegable misericordia de Dios, que nos regala tanto, para que este camino hacia la Pascua de Resurrección, el momento central que da sentido a la vida de todos los cristianos, se convierta en ese cambio permanente para que nuestra vida sea muestra de Evangelio vivo. Sea una vida de entrega, una vida misionera. De esta forma, hemos de llegar a la Pascua y tras esta al Mes Misionero Extraordinario con verdaderas ganas de cambiar el mundo, para ser una prolongación de la acción de Dios en la tierra.
A ello, continuó la jornada con un momento de oración con exposición del Santísimo, momento que también se aprovechó para la administración del Sacramento de la Reconciliación para aquellos que quisieron acercarse a la confesión. Tras este momento, una solemne Eucaristía con un claro cariz misionero ponía fin al itinerario matutino.
Al finalizar este, no desplazamos desde la Iglesia al restaurante de la Casa de los Obreros de San Vicente, donde disfrutamos en la más de las agradables compañía, de una buena comida y de una tertulia misionera, en la que se compartieron interesantes impresiones a cerca de cómo vivir la Cuaresma en clave misionera o sobre la labor de Delegadas y grupos misioneros en las distintas parroquias.
Damos gracias a Dios por este retiro, el cual esperamos que sea nuevo germen misionero que brote en el corazón de los asistentes y, con ellos, de todas las personas a quienes puedan buenamente llegar.
