Miles de personas, incluidas no cristianos, se aglomeran cada año en el
Santuario de Nuestra Señora de la ciudad india de Vadodara, en el Gujarat. Pocos
de ellos saben que la estatua de la Madre de los Desamparados que los recibe
desde el fondo del Santuario, ubicado en el barrio de Fatehgunj, se salvó
“milagrosamente” de la ira de quienes perseguían la religión en España en 1936,
durante la Guerra Civil.
Según
parece, el santuario fue proyectado por un misionero español en los años
treinta, que vio la necesidad de levantar en Gujarat una capilla dedicada a la
Madre de Dios. Aunque no es seguro, por la confusión de datos y el extravío de
las órdenes de encargos que hubo durante la Guerra Civil en España, el misionero
pudo ser un joven jesuita, valenciano, que consideró que la imagen de los
Desamparados, que tanta devoción suscitaba en su tierra, sería la apropiada para
el santuario, en una tierra con tantos desamparados y abandonados. El misionero,
y esto sí que es seguro, encargó una réplica de la imagen original del siglo XV
al escultor valenciano Francisco Cuesta, que la terminó poco antes de que
estallara la Guerra Civil en España. La casa del escultor fue asaltada por los
milicianos, su colección de obras destruida, pero, misteriosamente, la estatua
destinada a Gujarat no fue encontrada. Fue la única estatua que escapó a las
profanaciones. Tardaría dos décadas en llegar a Vadodara, ya en 1956.
Como
la Virgen de los Desamparados de Valencia, la de Vadodara parece que se inclina
para recibir a quienes acuden a rezar. El artista reprodujo el efecto que tiene
la imagen de Valencia, que, en su origen, era una imagen de la dormición de
María, con la cabeza ligeramente levantada. Al ponerla de pie, el efecto es que
parece que se inclina a escuchar.
El
capellán del santuario, el padre Lawrence Lobo, explicaba que “la gente que
viene aquí acaba conectando emocionalmente con este lugar. Cada año, durante la
fiesta del 26 de enero, más de 50.000 personas vienen a la iglesia desde todo el
país”.
El
santuario atrae a un gran número de jóvenes entre las filas de devotos que cada
año ofrecen miniaturas en cera de casas, vehículos, bebés y partes del cuerpo
afectadas por enfermedades a la Virgen. Todos ellos rezan casi con las mismas
palabras que los fieles de la lejana Valencia: “Madre de los Desamparados, toma
bajo tu cuidado maternal a todos a los que el mundo desprecia y
abandona…”.
Fuente: OMPress