martes, 2 de octubre de 2012

A Enrique y Antonio en su Reincorporacion a Copiapo


 “Os esperan con los brazos abiertos”, nos lo decía el obispo don Gaspar Quintana, en su paso por Valencia  el 30 de agosto. Nos lo había comentado Miguel Hernández al regresar a fines de julio de su visita a la diócesis de Copiapó. En breve lo comprobareis.
     “No vais solos”:os acompañamos los más de 50 valencianos, sacerdotes, religiosas y hasta algún laico, que hemos dedicado hermosos años de nuestra vida al servicio de esas tierras. Contáis con intercesores en esa misteriosa comunión que hace presentes a don José Canovas, a Lucho Gil, Bernardo Bañuls, Vicente Escrivá, Sebastián Teresí, Daniel Albert,  Manuel Ambou, José María y Antonio Rodilla, Rafael Calatayud, José Ferri, Pascual Costa  y el recién fallecido Chimo Montés.


     Allí, en la catedral de Copiapó, encontraréis la Réplica del Santo Cáliz de la Cena del Señor, la que entregara solemnemente don Enrique Benavent, cuando nos acompañó en 2008 a la celebración de los 50 años de la creación de la Diócesis copiapina.
     A pesar de la escasez de sacerdotes que ya sentimos en Valencia, sabiendo que  hay que dar no de lo que sobra sino de lo necesario, nuestro arzobispo don Carlos Osoro, en un gesto de comunión y solidaridad os envía a Copiapó, así como envía a Rubén Cortell a Ecuador para acompañar a Ramón Peris y a Vicente Amargós con sus 83 años a Venezuela.
     Respondéis a Jesús que “los enviaba de dos en dos...ligeros de equipaje sin pan, alforjas y calderilla” (Marcos 6,7-8), para que fueran delante de El, anunciando su cercanía y buena nueva. No vais en nombre vuestro. Vuestra misión prolonga a Jesús. El éxito de vuestro trabajo no dependerá de vuestras capacidades y esfuerzos, pues los frutos son dones de Dios como las flores del Desierto que embellecen sus inmensas soledades cuando les baña la lluvia.
     Volvéis a lugares ya conocidos. En realidad nunca los habíais abandonado,  estaban cordialmente presentes en vuestras conversaciones, en vuestra oración y estilo de vida. Sentíais  siempre la compañía de “los rotos chilenos”.  
     Leyendo la biografía de Don José Bau, me impresionó aquel momento en que habiendo obtenido lo que en Chile llamamos un 7 en las oposiciones a parroquias, dejó a los compañeros que eligieran, quedando en el último lugar. Lo natural es que el obispo de Copiapó os destine a los sectores menos atendidos pastoralmente, sin suplantar a quienes ya están trabajando. Sin duda llegáis con esa disposición: obedientes, fraternos con los hermanos, servidores del pueblo de Dios.
         ¡Id en Paz!.           Juan Sanchis