“Os
esperan con los brazos abiertos”, nos lo decía el obispo don Gaspar Quintana,
en su paso por Valencia el 30 de
agosto. Nos lo había comentado Miguel Hernández al regresar a fines de julio de
su visita a la diócesis de Copiapó. En breve lo comprobareis.
“No vais
solos”:os acompañamos los más de 50 valencianos, sacerdotes, religiosas y hasta
algún laico, que hemos dedicado hermosos años de nuestra vida al servicio de
esas tierras. Contáis con intercesores en esa misteriosa comunión que hace
presentes a don José Canovas, a Lucho Gil, Bernardo Bañuls, Vicente Escrivá,
Sebastián Teresí, Daniel Albert, Manuel
Ambou, José María y Antonio Rodilla, Rafael Calatayud, José Ferri, Pascual Costa y el recién fallecido Chimo Montés.
Allí, en
la catedral de Copiapó, encontraréis la Réplica del Santo Cáliz de la Cena del
Señor, la que entregara solemnemente don Enrique Benavent, cuando nos acompañó
en 2008 a la celebración de los 50 años de la creación de la Diócesis
copiapina.
A pesar
de la escasez de sacerdotes que ya sentimos en Valencia, sabiendo que hay que dar no de lo que sobra sino de lo
necesario, nuestro arzobispo don Carlos Osoro, en un gesto de comunión y
solidaridad os envía a Copiapó, así como envía a Rubén Cortell a Ecuador para
acompañar a Ramón Peris y a Vicente Amargós con sus 83 años a Venezuela.
Respondéis a Jesús que “los enviaba de dos en dos...ligeros de equipaje
sin pan, alforjas y calderilla” (Marcos 6,7-8), para que fueran delante de El,
anunciando su cercanía y buena nueva. No vais en nombre vuestro. Vuestra misión
prolonga a Jesús. El éxito de vuestro trabajo no dependerá de vuestras
capacidades y esfuerzos, pues los frutos son dones de Dios como las flores del
Desierto que embellecen sus inmensas soledades cuando les baña la lluvia.
Volvéis
a lugares ya conocidos. En realidad nunca los habíais abandonado, estaban cordialmente presentes en vuestras
conversaciones, en vuestra oración y estilo de vida. Sentíais siempre la compañía de “los rotos
chilenos”.
Leyendo
la biografía de Don José Bau, me impresionó aquel momento en que habiendo
obtenido lo que en Chile llamamos un 7 en las oposiciones a parroquias, dejó a
los compañeros que eligieran, quedando en el último lugar. Lo natural es que el
obispo de Copiapó os destine a los sectores menos atendidos pastoralmente, sin
suplantar a quienes ya están trabajando. Sin duda llegáis con esa disposición:
obedientes, fraternos con los hermanos, servidores del pueblo de Dios.
¡Id
en Paz!. Juan
Sanchis