miércoles, 23 de mayo de 2012

La Iglesia hace la misión, pero la misión hace también a la Iglesia, señala el profesor Eloy Bueno

La primera ponencia de las Jornadas Nacionales de delegados diocesanos de misiones que se está desarrollando durante esta semana, con la presencia de todos los responsables de la animación misionera en España, corrió a cargo del profesor Eloy Bueno. Este experto en Misionología de la Facultad de Teología del Norte de España habló sobre la cooperación misionera.



Una afirmación articuló su ponencia: “La Iglesia hace la misión, pero la misión hace también a la Iglesia”. Basándose en ella recordó el momento histórico vivido con el encuentro de dos mundos en el siglo XVI, con los religiosos misioneros que partieron a América, y los diversos momentos históricos vividos por la misión desde entonces. Entre ellos destaca el movimiento misionero en Francia en el siglo XIX, con una floración de congregaciones e iniciativas misioneras, en donde tienen sus raíces las Obras Misionales Pontificias. Actualmente vivimos una nueva encrucijada tras la inflexión del Vaticano II. Surge la comunión de Iglesias y, poco a poco, se va reduciendo la división “entre la cooperación que se encuentra en unos países y la misión que se encuentra en otros”. Estas y otras intuiciones que han marcado el cambio de mentalidad misionera encontraron su confirmación en los documentos pontificios misioneros.
Por eso, señalaba Eloy Bueno, la cooperación hoy es “el modo en que cada uno participa en la misión de la Iglesia”. Algo que se refleja hasta en la clasificación clásica de la cooperación misionera – espiritual, personal y económica – Rezar por las misiones es ver desde los ojos de Dios y, por lo mismo, el que reza “tiene que sentirse implicado y protagonista del proyecto universal de Dios”.
El profesor Bueno concluyó su ponencia señalando diversas notas de discernimiento, entre las que destacaba el carácter de apertura que los delegados de misiones aportan a sus respectivas diócesis. Son ellos quienes tienen que recordar a todos lo que está en juego, que la cooperación es un ejercicio de comunión a nivel diocesano y universal y elevar los ojos de todos más allá de las realidades locales.OMPRESS-MADRID.