La Iglesia Católica continúa su compromiso al acompañar, apoyar, proteger y coordinar los esfuerzos para garantizar el mínimo necesario que las comunidades necesitan en este período de pandemia. Así, la diócesis de Málaga-Soatá, de Santander (Colombia) informó sobre el intercambio con los más vulnerables.
Todo el grupo que trabaja en el liderazgo de la diócesis ha organizado iniciativas de caridad en la región, como asistencia alimentaria, acceso a la salud y búsqueda de alojamiento, que han aliviado particularmente la situación de la población vulnerable y migrante; Otra de sus contribuciones es la promoción de procesos integrales de desarrollo humano y capacitación, principalmente para la población rural, a fin de generar economías sostenibles, autosuficientes y de apoyo.
Respondiendo a las necesidades que surgen como resultado de la emergencia de salud que enfrenta el país debido a Covid-19, Mons. José Libardo Garcés Monsalve, los sacerdotes y párrocos de esta circunscripción, con el objetivo de "que ninguno pase hambre en la diócesis" han promovido campañas de aliento y esperanza, con el fin de promover la solidaridad y la generosidad a nivel diocesano y por parte de las parroquias. La colección de alimentos y otros bienes para las necesidades básicas ha sido muy positiva, gracias a la respuesta de la comunidad y especialmente de los comerciantes, que más contribuyen a esta causa.
En la nota enviada a Fides, el sacerdote Luis Alfonso Hernández, observa: "lo hacemos porque reconocemos que esta es la misión de la Iglesia, es nuestra misión, nuestra responsabilidad, porque entendemos que la caridad es el corazón del Evangelio y sin él no habría sentido o razón de ser, lo que hacemos es lo que somos ”.
Desde que comenzó la cuarentena, se han intensificado las acciones de sensibilización e intercambio, se han fortalecido las redes de comunicación para que la ayuda llegue a las personas que la necesitan, en particular los ancianos, los enfermos, las personas en prisión, Las familias más vulnerables, los migrantes, la población rural dispersa y los desempleados.
"Los agentes de pastoral, en especial los del trabajado social son un puente entre las personas que necesitan acceso a la ayuda alimentaria y nosotros la canalizamos", dice el sacerdote Hernández. Además, la diócesis administró, articuló y coordinó las acciones con organizaciones como el Banco de Alimentos, por ejemplo, con la de Bucaramanga, logró administrar 100 mercados que han sido de gran ayuda para la población vulnerable.
Agencia Fides |