El misionero comboniano arzobispo Juan José Aguirre, nos cuenta la violencia que
esta sacudiendo a la República Centroafricana, los ataques a la población y como
se refugian en las parroquias
Introducción
a la novena por la Paz en Centroáfrica
(Esta introducción es un homenaje a los sacerdotes, religiosos/as y a tantos laicos que han acogido, sobre todo en las parroquias, a cientos de miles de personas durante estos días en Bangui para protegerlos, alimentarlos, ayudarlos, compartir sus penas y rezar con ellos, sembrando paz y esperanza).
(Esta introducción es un homenaje a los sacerdotes, religiosos/as y a tantos laicos que han acogido, sobre todo en las parroquias, a cientos de miles de personas durante estos días en Bangui para protegerlos, alimentarlos, ayudarlos, compartir sus penas y rezar con ellos, sembrando paz y esperanza).
Jueves 5 de diciembre.
Fue un día sin paz en Bangui, la capital. Casi diría un día apocalíptico, con
decenas de muertos. Algunos los vi abatidos, víctimas colaterales, derrumbados de
forma grotesca en mitad de una avenida. Donde se ha escondido la paz en este
país? Un país de 4 millones y medio de habitantes sobre el que cae la tarde. Se
acerca la Navidad. Será una Navidad con Belén y pandereta, o será más bien con
Herodes, machetes y guardia presidencial? Ese día, estaba yo plantado sobre el
césped del Seminario medio de Bangui contemplando las 5.000 personas que se
amontonan a lo largo y ancho del prado, de la veranda y el campo de fútbol.
Habían ocupado incluso la Iglesia. Habían llegado en familia, mujeres con
fardos enormes en la cabeza, jóvenes embarazadas con niños atados en su espalda,
grupos de chiquillos con bultos como equipaje y el corazón destilando
adrenalina y encogido por el miedo.
Miedo es la antítesis de la paz. Mezclado
con la desconfianza y el recelo, este miedo es semilla de odio, que también es
antítesis de la paz. Me acerqué a una mujer que lloraba mientras pasaba
lentamente las cuentas de su rosario. Caterina. Responsable con Jean Bosco, su marido,
de los 40 niños y jóvenes del orfanato de san Pablo, a tres tiros de piedra. Pensaba
en su casa, que había dejado vacía, su única casa con sus únicos bienes que
podían ser saqueados aquella noche. Quería paralizar aquella posible violación
de su intimidad con las cuentas de su rosario de plástico fosforescente. El
rosario es una llamada a la paz. Le dije que repitiera como la Virgen:
"Haced lo que El os diga", cargando así las pilas de su esperanza. La
esperanza lleva a la paz. Centroáfrica tiene que pasar página, buscar la paz,
vivir en paz. Me contestó que estaba rezando justamente para llenar su corazón
de una gota de esperanza, la primera gota de su vaso vacío. Le dije que cuando
se pierde la esperanza aun queda la
esperanza de volver a tener esperanza y que ésta es hermana gemela de la
oración. Me pidió que rezara por ella y por sus hijos, por su marido. Que iban
a hacer una cadena de oración, esa noche, allí en el prado, para pedir a Dios
la paz. Mientras le hago la señal de la cruz en la frente le prometí mi oración
y haría rezar por ella. Una cadena de oraciones por la paz, que en España
llamamos una novena de oraciones, porque vuelva la paz en Centroáfrica. Sé por
experiencia, 35 años de África, que el poder de la oración es capaz de derretir
el odio. El odio amarga. La paz dulcifica la vida. El perdón sin más desenreda
los nudos. El perdón sin condiciones libera de la acidez y de la tristeza en el
tu a tu.
En la Tv. siguen
pasando escenas de jóvenes histéricos dedicados al pillaje y violencia. Un
pueblo no puede vivir toda una vida alimentando semillas de odio en su corazón.
Un barrio, una familia, no puede vivir eternamente en la desconfianza y el recelo, dividiendo sus vecinos entre
amigos y enemigos, entre musulmanes y otros. No se puede vivir durante años con
un nudo de odio en la garganta, un cortocircuito de rabia en el vientre.
Centroáfrica lleva 10
años en estado de "golpe de estado", 10 años de amotinamientos y
ataques al poder, 10 años de olor a pólvora y a fase terminal, 10 años de
crecer sin crecer, de vivir muriendo.
La Ong "Ayuda a
la Iglesia que sufre" (aqui se llama "Kirche in Not") quiere
empezar una novena de oración por la paz en Centroáfrica antes de Navidad. Me
uno a ellos de corazón. Es la promesa que le hice a la mujer del rosario
fosforescente. Ella es la foto del pueblo centroafricano, tirada por el suelo y
empobrecida, pero es ella, la mujer centroafricana, la única, madre, hermana o
esposa, que puede poner un rastro de cordura en el corazón de aquellos que, en
vez de estrellas de paz, siembran semillas de odio.
Para
Ayuda a la Iglesia que sufre, 11/12/2013
+ Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou