martes, 22 de octubre de 2013

Experiencias y Noticias misioneras de Miguel Segura

Queridos amigos:

Soy Miguel Segura, sacerdote valenciano legionario de Cristo, que recibo vuestra publicación desde hace años. Os la agradezco de corazón pues me ayuda a mantener vivo el espíritu misionero y contagiarlo así a los jóvenes. Sigo haciendo misiones con jóvenes universitarios españoles y este verano estuve con 23 de ellos por tercera vez en Guinea Ecuatorial, en la frontera con Camerún y Gabón, en una ciudad llamada Ebibeyin. 
Ha sido una experiencia maravillosa para todos y con gusto os enviaré la serie de actividades que realizamos con Mons. Juan Nsue por el año de la fe, pero ahora quisiera contaros un caso extraordinario, realmente extraordinario, que no sé yo si haya existido un caso así en la historia.
Os invito a ver el siguiente enlace, son 5 minutos, pero abajo os explico el por qué:
Como he dicho fui en Agosto con 23 jóvenes de misiones a Africa. Pasamos a una casa donde había una niña inválida. Estaba en la cama, sonriente. Su historia  es increíble y por eso la niña se llama "Milagrosa".

Milagrosa fue abortada a los 4 meses 21 días. Como lo oís. Médicamente no es viable y si veis la casa lo es menos aún: el suelo de tierra, los gatos y las gallinas caminan por ahí, cocinan encendiendo el fuego dentro de la cabaña. Imaginaos el ambiente. 

 Cuando su madre sufrió el aborto, salió toda la placenta. Era de noche, llovía.  Pensaron que no había vida dentro, así que ¡METIERON LA PLACENTA EN UNA BOLSA DE BASURA!. La dejaron en el suelo toda la noche en espera de que amaneciera y pudieran cavar un hoyo para enterrarla. Cuando ya habían hecho el agujero, se dieron cuenta de que la bolsa se movía. Pensaron "han entrado ratones", así que abrieron la bolsa. No había ratón, pero sí había un latido. Abrieron la placenta y el feto estaba vivo, pero sin ojos, sin orejas, sin boca, no sabían si era niño o niña, etc.

La abuela cogió unas botellas de cristal y las puso alrededor llenándolas de agua caliente. Así preparó un tipo de incubadora rústica. La abuela, Perpetua se llama, dormía con la mano puesta en las botellas, cuando sentía que se enfriaban, se levantaba cada dos horas, calentaba más agua y llenaba las botellas y dos termos. ¡Así durante nueve meses!

El feto fue desarrollándose delante de ellos. Una enfermera cubana le puso una sonda para alimentarla por la nariz.

Al cabo de un mes apareció una raya. Dijeron: "A lo mejor ahí va a salir la boca". Era una línea. Su tía me decía: una línea como hacen los niños cuando dibujan una cara en preescolar. Al cabo de unas semanas más, aparecían unas protuberancias… "A lo mejor eso serán las orejas" pero no estaban seguros. La vieron desarrollarse así fuera de su madre.

 Hoy la niña Milagrosa tiene 13 años. No puede caminar pues nació con las piernas juntas y le faltan algunas articulaciones en los tobillos o las tiene agarrotadas, por lo demás está perfecta. Sonríe, canta, habla 3 idiomas, juega.

 Milagrosa no había hecho la primera comunión, así que fui a hablar con el obispo para prepararla y cumplir su gran deseo. El obispo Mons. Juan Nsue, un obispo lleno de celo apostólico, me dijo que le parecía perfecto y decidió llevársela él mismo. Así fue. El obispo fue a su cabaña con la Eucaristía (podéis ver los videos en la página que señalo abajo). Montamos una gran fiesta. El día antes la confesé por primera vez y los 23 misioneros españoles tuvimos la alegría de arropar a Milagrosa en este día tan especial.

Hemos creado una página web para ayudar a Milagrosa, traerla a España, operarla y que pueda caminar si la medicina lo permite. Al mismo tiempo para darle, un futuro y una formación. Os invito a visitar la página donde veréis a la niña. Demos gracias a Dios por el caso de Milagrosa y apoyemos para que el milagro continúe y se haga realidad. 

¿Conocéis algún otro caso así? ¿conocéis a alguien que haya pasado el primer día de su vida en una bolsa de basura?



Mil gracias por todo lo que hacéis y por seguir sirviendo a la Iglesia enlazando corazones misioneros. Con un fuerte abrazo: P. Miguel Segura, LC