La Pascua Misionera nos propone hoy volver nuestros ojos a Oceanía. Este continente de las innumerables islas,
es la cuna de la religiosa australiana santa María de la Cruz que dedicó toda
su vida a atender a los más pobres, y del beato Peter To Rot, de Papúa Nueva
Guinea, catequista laico que murió mártir por su fe cristiana, siguiendo a
Jesús. El testimonio de ambos es una clara «señal de esperanza» para mirar el
continente del Pacífico con la certeza de que la distancia no disminuye nuestra
gratitud a Dios por la vitalidad de sus comunidades cristianas.
A la escucha
del Evangelio: «Tengo, además, otras ovejas que no son de este
redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño y un solo pastor» (Jn 10, 16). Cristo abre su corazón para
mostrarnos un gran deseo: atraer a sí a aquellas personas que aún no le
conocen. Él sí las conoce, pero espera que reconozcan su voz cuando las llama a
la fe, cuando las invita a formar parte de su familia, la Iglesia.
En clave de
misión: La Obra
Pontificia de San Pedro Apóstol colabora con los seminarios y noviciados
que hay en Oceanía para
que «no se pierda ninguna vocación por falta de recursos económicos», como
decía Juan Pablo II. Colabora con ellos: Jornada de Vocaciones Nativas.
Nuestro compromiso
misionero para este día
Buscar, recordar y transmitir alguna información
sobre la Iglesia en Oceanía, para dar a conocer que en este lejano continente
hay tres cuartas parte de sus habitantes que aún no han podido escuchar la voz
de Jesús.
Orar por los seminaristas y novicios de Oceanía,
para que sean fieles a su vocación y pronto estén disponibles para ser
colaboradores de Jesús en el anuncio del Evangelio en otras partes del mundo.
Promover entre
todos la necesidad de cooperar con nuestros donativos en el sostenimiento de
los 15 seminarios mayores y menores y de los cerca de 100 novicios y novicias
atendidos por esta Obra en Oceanía.